Latrocinio y despilfarro

Por el latrocinio y el despilfarro políticos se ha dilapidado los recursos del erario nacional. Latrocinio y despilfarro políticos que atentaron, en diferentes circunstancias y bajo diferentes modalidades, contra nuestro futuro y el de las generaciones que vienen detrás de nosotros. En tiempos de la dictadura militar y en tiempos que reivindican el civilismo. Ahí radica el infortunio, o la desesperanza, que los bolivianos han heredado de quienes hacen política, a tiempo completo, sean de derecha o izquierda.

A partir de entonces se hizo cuesta arriba lograr un futuro llevadero. Se complicó, para el colmo de males, con la devastadora presencia del coronavirus. Y los gobernantes, electos por una mayoría en las elecciones del pasado inmediato, asumen acciones de maquillaje, o distraccionistas, en el afán de encarar la crisis económica. Se resisten a adoptar medidas de fondo, por cuidar el respaldo popular, ahora deteriorado, a pocos meses de las elecciones subnacionales.

No se trata de defender una postura sectorial, sino los supremos intereses nacionales. Cuando hablamos de ellos, tratamos de priorizar, sobre todas las cosas, a la Patria, empobrecida por propósitos bastardos, hoy como ayer. Ella sobrevive abrumada por problemas tan difíciles de solucionar.

El país está inmerso, en consecuencia, en una profunda crisis económica que amerita ser encarada con sabiduría e inteligencia, en lo posible, por el bien común. El gobierno, atrapado en este angustiante panorama, está abocado a buscar opciones para salir de tan complicada situación. Creando, entre otras cosas, nuevos impuestos a las grandes fortunas.

Una última decisión determina que, hasta el 31 de marzo próximo, los millonarios, que serían aproximadamente 150 en el país, con un patrimonio personal de 30 millones de bolivianos, tendrían que cumplir con la Ley del Impuesto a las Grandes Fortunas. Es decir, con el pago respectivo. La recaudación no será significativa, según reiteró el gerente de la Cámara Nacional de Comercio, Gustavo Jáuregui, así como el presidente de la Cámara Nacional de Industria, Ibo Blazicevic. “Que, si bien no generará una recaudación significativa, pero la norma da una señal negativa justo a esas personas que generan excedentes e invierten en el país, y crean empleos “, agregó éste último.

Además, que aquella inédita medida obligará al inversor a que busque otros países para establecer empresas y generar empleos. En lugares, obviamente, donde haya seguridad para la inversión. Entonces estaría poniendo a buen recaudo su dinero. Ahuyentará, en síntesis, a la inversión nacional y extranjera. En este contexto, el diputado federal por Sao Paulo, Kim Kataguiri, invitó a los millonarios bolivianos, que son unos cuantos, para que vayan a invertir en su país. Manifestó que en Brasil no se estilaba el Impuesto a las Grandes Fortunas. “Vengan e inviertan”, escribe en su cuenta de Twitter.

Pero que se practicará en Bolivia como en la Argentina y España, donde el populismo ha creado nuevos impuestos para recaudar recursos económicos. Ha preferido asumir esa actitud y evitar los ajustes fiscales estructurales.

En suma: Bolivia requiere mayor inversión, para generar bienestar social.