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[Heberto Arduz]

Bajo pandemia


II

Es incierto como nunca el destino de los terráqueos. La calle vacía, el alma en vilo, pura neblina en un cielo que oscurece y no despierta. ¿Cuándo volverá a brillar nuestro astro rey en todo su esplendor…?

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A mejorar el ánimo, incrementar la fe y mirar de frente al porvenir, cuajado de esperanzas y nuevos despertares. Dios aprieta, pero no ahoga. Ya llegarán sus bendiciones.

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La música nos transporta a los lejanos tiempos de nuestra infancia y, luego, a la adolescencia y juventud, etapas en las que no se puede vivir sin escuchar música. Y de ahí en adelante la vida continúa bajo un fondo musical, vaya donde uno vaya, sin vuelta de hoja.

Sea para leer o escribir busco buena música y las horas transcurren de modo placentero, con sones que semejan caricias para el alma. Complemento indispensable.

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Anoche soñé que el mundo se achataba y mi alma crecía, se expandía vertical y horizontalmente. ¿Será que está próxima a desencarnar?

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Alma mía, quédate en el predio de los soñadores, que no sabe de fatigas ni tormentos que forja y padece el organismo. El cuerpo yerto, sin vida ya, se agusanará en tanto remontarás vuelo al infinito azul. Por ello, no dejes de sumirte en la ensoñación, ilumina la noche del orbe actual.

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Ojalá pudiéramos decir todo pasó, la pandemia se esfumó como el viento que se llevó la tormenta. La vida vuelve, ¡bienvenida!

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Cogeré la angustia que me oprime el pecho, la estrujaré con fuerza y por los ventanales del edificio lanzaré su cuerpo incorpóreo, en sucesión de piruetas, hasta que penetre el vacío. Irá a unirse a la tristeza y preocupación del gentío que –abrumado— espera ansioso el momento en que se desintegre el mal que aqueja a la humanidad.

***

Hoy el valor de la vida humana es nulo, nada significa en la nueva escala impuesta por la peste, ya que la gente puede irse en un solo tic-tac del reloj, de prisa troncharse -–contaminada, sin saber dónde ni cómo— y acabar convertida en un puñado de cenizas; sin despedida de familiares ni amigos, velorio, entierro, lápida. Nada de nada. La muerte siembra sobrecogimiento y hondo pesar en la familia y entorno.

Hasta cuándo, cruel mundo, ¿girarás contaminado por el virus, miedo y desasosiego…?

***

El planeta está revuelto, patas arriba, enfrentado al mal; pero tu fe y esperanzas de que todo a breve plazo cambiará no podrá declinar, sino más bien fortificarse en cada alborada. La oscuridad no debe prolongarse por mucho tiempo, pues tendremos que constituir cadenas humanas –sólidas, fuertes— que no puedan fracturarse por el miedo o el estrés.

Tenemos que edificar una fortaleza de ánimo, luz que se filtra en la tétrica oscuridad. Protejamos a los nuestros, al núcleo familiar, abuelos, padres, hijos, nietos, todos bajo una causa común y elevando la mirada en mística oración.

***

No tardará en llegar el nuevo amanecer mundano. Espéralo con serenidad de ánimo, grandeza espiritual y sin desesperar por el agobio de la hora.

Usurpado el 7 de octubre de 1970, por defender
la libertad y la justicia.
Reinició sus ediciones el primero de septiembre de 1971.

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