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Desarme y paz, una esperanza del mundo


 

Tanto cuanto les conviene, gobernantes de los países ricos y desarrollados se reúnen bajo el denominativo de “Reunión de los 20” con el propósito de sentar las bases para el desarme y la implantación de una paz definitiva en el planeta Tierra; pero, si bien rezan así los documentos aprobados, la realidad muestra que todo habría sido resuelto “para el papel, para cubrir apariencias” y el mundo sigue igual, con problemas cada vez más acentuados y las esperanzas de mejores días quedan para ilusión o deseo de las naciones pobres y subdesarrolladas que cubren el 65% de habitantes de todo el mundo.

El Grupo de los 20 sabe que la pobreza extrema de dos terceras partes del planeta es causante de las desavenencias y guerras que, además, son promovidas y alentadas por los ricos porque a ellos conviene la fabricación y venta de armas, les interesa que en el mundo haya dependencias que lastiman y separan más a la humanidad, a ellos interesa que las condiciones reinantes sigan imperando para seguir con hegemonías que ninguno de los pobres podría tener. Entonces, todo señala que a los ricos no les interesa la paz y la concordia y no quieren darse cuenta que, en paz y armonía en todo el mundo, ellos, los ricos, estarían en mejores situaciones económicas porque ganarían más, perfeccionarían mucho más su tecnología y se evitaría destinar parte de sus utilidades para lo que ellos llaman “ayuda a países en vías de desarrollo”. Un desarrollo que, por supuesto, no conviene a quienes quieren evitar competencias de naciones que podrían desarrollarse y progresar por sí mismas tan solo si hubiese inversiones financieras, humanas y tecnológicas de los ricos para que los pobres, con ellos, los ricos, produzcan más, vendan más y se enriquezcan con miras a diversificar su economía y vencer definitivamente a las condiciones de pobreza y dependencia.

Las reuniones del Grupo de los 20 son encuentros “de buenos amigos” que quieren más riquezas y tener mayor poder, dominio y hegemonía en el mundo. Hablar de paz y concordia es en ellos simple hipocresía y mostrar preocupación a un mundo que esperaría que los ricos tomen conciencia de realidades y obren conforme a las exigencias de sus propios pueblos que, conjuntamente las naciones del Cuarto y Tercer mundo, anhelan vivir en paz y gozar de los beneficios que causan el desarrollo y el progreso de un mundo que, de ser solidario, podría alcanzar las cimas de la paz y la felicidad. Un mundo en el que la salud, la educación y la cultura tengan prioridad y vigencia permanentes porque está comprobado que los principios y fines de la vida son siempre mejores cuando los pueblos alcanzan altos índices de bienestar en todo sentido y que sean básicos para el imperio de la paz, la justicia, la democracia y las libertades.

Usurpado el 7 de octubre de 1970, por defender
la libertad y la justicia.
Reinició sus ediciones el primero de septiembre de 1971.

EL DIARIO
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