OPINIÓN    

¿Qué pasa con la venta de medicamentos?

Israel Camacho Monje



El ciudadano común pensaba que las farmacias legalmente establecidas en nuestro país eran las únicas autorizadas para vender medicamentos, previa presentación de recetas expedidas por médicos profesionales.

Pero no es así, ya que desde hace muchos años, ante la falta de estricto control de parte de las autoridades de salud, personas inescrupulosas se dedican a la venta de medicamentos, esto es, los que han entrado a nuestro país de contrabando de países vecinos y con fechas caducas, y además, medicamentos que no se sabe desde cuándo eran fabricados clandestina y artesanalmente en la ciudad de El Alto.

Inescrupulosos que, por un lado, son propietarios de farmacias que ilegalmente funcionan y venden esos medicamentos y, por el otro, les basta tener un puesto, en cualquier feria zonal o puesto callejero para exhibir libremente una variedad de medicamentos entremezclados sobre una tarima de madera, o sobre un aguayo, un pedazo de plástico o cartón usado tendido al suelo, al aire libre, y expuestos a las inclemencias del tiempo: a sol, lluvia, granizada, frío y vientos que arrastran basuras.

Ahora bien, por todo lo expuesto, por fin se ha llegado a establecer que la sindicación que se hace a los médicos profesionales bolivianos de “mala praxis médica” nunca se ha debido a ellos, sino a los medicamentos pasados de fecha, y a medicamentos falsificados que en gran parte han sido adquiridos por familiares de los enfermos, tanto por sus precios bajos como por su fácil compra, ya sea en una farmacia ilegal o en un puesto callejero.

Aquí cabe una recomendación a los jefes de familia, sea padre o madre, que cuando un miembro sienta síntomas de alguna enfermedad, de inmediato sea llevado a un hospital o consultorio de un médico profesional, para que previo examen médico ordene su tratamiento, mediante tabletas o inyecciones que debe tomar o hacerse colocar en determinadas horas y días. O en caso de gravedad internarlo en un centro médico para su respectivo tratamiento. Pero nunca proceder a una automedicación con base en ciertas similitudes de supuestas enfermedades sufridas anteriormente por algún otro familiar, amigo o vecino, y mucho menos poner la vida del familiar en manos de un curandero, porque al final de cuentas será como mandarlo a la otra vida. ¿Verdad que sí?

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