Cobija vive a la defensiva y a la espera de mejores días



Una de las familias damnificadas buscan un sitio seguro para su sobrevivencia tras el desborde del río Acre en Pando.
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Cobija.- El envío de víveres, vituallas y carpas en cuatro vuelos procedentes de la Sede de Gobierno alivió en parte la serie de necesidades de los damnificados en esta ciudad. El último avión llegó aproximadamente a las 18.30.

Llovió poco en la jornada y eso alivió en algo la preocupación de los habitantes de esta región, aunque el informe de Marisol Portugal, funcionaria de Senamhi, en sentido que “seguirá lloviendo el fin de semana en La Paz, y en Pando habrá chubascos con tormentas eléctricas, a partir del viernes”, no dejó de preocupar, especialmente a quienes se han visto obligados a dejar sus viviendas.

“Tuve la oportunidad de hacer un vuelo en helicóptero y les puedo contar que Brasilea prácticamente no existe; sólo se ve las aguas turbulentas y casi no se aprecia el techo de las casas. Esto influye en Pando casi directamente porque muchos productos que consumimos en Cobija vienen de allí. Ahora los productos tendrán que llegar desde Río Branco y eso tarda y aumenta los costos”, dijo a El Diario, en contacto telefónico, Jorge Justiniano, uno de los ciudadanos de Cobija.

Como en la parte inundada no existe agua, los que perdieron sus pertenencias y viven en carpas se ven obligados a consumir agua mineral, producto que ha pasado a ser artículo de primerísima necesidad.

Los que quedaron sin vivienda están hacinados en los coliseos, escuelas y centros de reuniones de algunas entidades. Hasta allá han llegado con sus perros, gallinas y gatos, lo que aumenta la incomodidad y los problemas.

“Lo que sí no se puede negar es el clima de solidaridad que se vive en estos días, claro está que cualquier ayuda es insuficiente porque las necesidades de alimentación y abrigo se multiplica conforme pasan los días. Como se han suspendido las labores escolares, el centro de atención es cómo atender a los que lo han perdido todo”, comenta Justiniano.

El efecto inmediato de estas privaciones y modo de vida diario puede incidir en casos de dengue o picaduras de víbora, e manera que el trabajo de los pocos médicos y trabajadores en salud se multiplica.

“Lo que conmueve es ver a gente con carpas y colchones en las calles, el hacinamiento en el coliseo. El problema no es sólo para los que perdieron su casa, sino para el resto que por ejemplo perdió el sistema de comunicación a través del celular, tampoco el internet, aunque en la parte alta se tiene la energía eléctrica, lo que no sucede en la parte baja, contigua al río Acre”, agrega Justiniano.

Informados permanentemente por las radios a través de la onda corta, en Cobija saben que la crecida de los ríos del Norte como el Madre de Dios, Beni y Tahuamano podrán traer más problemas a otras regiones bajas de Pando y Beni.

En esta ciudad se recibió con satisfacción la noticia de la campaña que se realiza en Santa Cruz para dotar de mosquiteros, vituallas y alimentos. La mirada al cielo esperando más aviones con víveres tranquiliza a los mayores, sorprende a los niños y alimenta con un poco más de esperanza a quienes lo han perdido todo y miran a lo lejos lo que hace un par de semanas era su propiedad.

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