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El uruguayo Santiago Silva clasificó ayer a Boca Juniors a las semifinales de la Copa Libertadores con un gol agónico y providencial en el último minuto, que sirvió para empatar 1-1 contra Fluminense.

El partido comenzó muy equilibrado, con dura disputa en la zona ancha, aunque ninguno de los dos equipos mostró demasiada vocación ofensiva o capacidad para acercarse al área rival.

El lateral izquierdo Thiago Carleto, suplente habitual y hoy titular por la expulsión de Carlinhos, fue el encargado de romper las tablas a los 16 minutos con un potente tiro que, pegó en la barrera, cobró un efecto extraño y despistó al guardameta Agustín Orión.

Fluminense se envalentonó a partir del gol y se adueñó del control del balón, aunque Boca Juniors consiguió mantener a raya a los brasileños, que solo consiguieron tirar a puerta un par de veces más en el resto de la primera parte.

La consigna para el conjunto ‘xeneize’ era clara: en esos momentos se conformaba con la derrota por un gol que habría conducido a los penaltis, por lo que los jugadores argentinos, cuando tenían el balón, se limitaban a alargar las posesiones con lentos intercambios de pases en la zona de defensa.

Tras el descanso Boca seguía perdido, sin capacidad de salir de su media cancha, sin poder encontrar a Juan Román Riquelme y con problemas crecientes para contener al “Flu”, que se aproximaba poco a poco, en ocasiones puntuales, casi siempre en jugadas en diagonal desde las bandas, aunque sin prodigarse en los remates a puerta.

Cuando el partido parecía destinado a los penales, Riquelme tuvo un momento de genialidad, encontró a Sánchez Miño con un pase largo y este remató por abajo. El guardameta Diego Cavallieri despejó y Silva aprovechó la oportunidad para elevar al Boca Juniors al cielo.

 
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