[Eric Cárdenas]

Economía social comunitaria


El actual régimen de gobierno de la revolución democrático cultural, del socialismo comunitario, del cambio y otras denominaciones rimbombantes, ha bautizado a su política económica como modelo social comunitario productivo. Sabemos que toda política pública tiene como finalidad y destinatario a la sociedad que se beneficiará con el acierto o sufrirá por el equívoco de esas políticas, así como que el comunitarismo, de acuerdo con el desarrollo del pensamiento económico, responde a los primeros tiempos de la actividad productiva del ser humano en comunidad, y sociológicamente ambos términos tienen una aproximación semántica, lo social, lo de la comunidad, etc. El carácter productivo también responde a toda actividad económica, pues sin producción no hay qué distribuir y menos comerciar (circulación).

La verdad es que la política económica del actual régimen de gobierno que hace nueve años gobierna Bolivia, ha seguido en líneas generales una política económica basada en la estabilidad macroeconómica, en la que las variables de comercio exterior, tipo de cambio, mantenimiento de reservas, economía de mercado, etc., son celosamente guardadas, pero el pivote o eje es la producción y venta en el mercado externo de minerales y gas, que en los últimos años tuvo un elevado precio, que favoreció indudablemente para aumentar los ingresos económicos del país, es decir que es una economía extractivista. Otros sectores de exportación son reducidos, incluyendo los de la agroindustria cruceña.

Ese tiempo de altos ingresos para el país, parece que está en camino de terminar, pues el precio del barril de petróleo ha bajado considerablemente en el mercado internacional, lo que repercute en el precio del gas que vendemos al exterior, es decir que siguiendo las sagradas escrituras, acabó el tiempo de las “vacas gordas” y entramos al de las “vacas flacas”. La misma Biblia enseñó hace miles de años que en el primer tiempo de bonanza se debe guardar recursos para el segundo tiempo de la carestía. Los responsables del manejo de la economía del país dijeron que nuestra economía estaba “blindada”, es decir que tenía una coraza que la hacía imposible de ser afectada, lo que en buenas cuentas es sólo una postura, pues aun las economías más ricas del planeta pueden, y así sucede, ser afectadas por los trastornos del ritmo económico.

No se debería basar el blindaje de nuestra economía en las reservas monetarias que están en alrededor de 15 mil millones de dólares (lo que no significa que tengamos esa cantidad en efectivo monetario, pues se contabiliza otros valores); lo único que responde eficazmente a las crisis, es la capacidad productiva, que hoy mucho tiene que ver con la tecnología de punta que hace posible la producción, la productividad y sus costos, además de medidas de urgente aplicación.

En los nueve años pasados, el Gobierno lamentablemente no enfocó la política económica a la producción, sino, por el contrario, al gasto dispendioso, lo que importa que se hubieran efectuado inversiones en algunas actividades productivas, en especial para industrializar algunos derivados de hidrocarburos. Las cuentas y los cuentos son alarmantes, más de 1.000 millones en unos programas de desarrollo indígena; más de 600 millones en un programa que lleva el nombre del Presidente, enfocada más a servicios y fines electorales; otros cientos de millones que se repartieron en municipios y un largo etcétera, casi nada o muy poco en sectores productivos, lo que a su vez ha ocasionado un alto desempleo y la consiguiente emigración de ciudadanos al exterior.

Las economías productivas son las que colocan en el mercado internacional productos de valor agregado y que responden al desarrollo industrial, que son apreciados por su calidad y precio y en sus países de origen absorben conocimientos y mano de obra. Los países que sólo exportan recursos naturales no renovables dependen de los precios internacionales que suelen variar; en este campo está nuestra economía que no tiene otro blindaje que el discurso fácil.

Necesitamos entrar en una etapa de industrialización urgente de nuestros recursos naturales, como el litio, el hierro y los hidrocarburos, así como volcar recursos al sector privado, a emprendimientos que tengan como objetivo mercados interno (escaso) y externo. Transformar nuestra actividad económica importadora de todo tipo de productos, en una de autosuficiencia en una serie de productos que se puede fabricar internamente, pues este tiempo ha sido el de los importadores, que con un dólar barato traen mercaderías que son vendidas en el mercado interno con ganancias de 3 o 4 veces su valor puesto en aduana. Pasemos a la fase de la producción con valor agregado y la exportación.

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