[Eric Cárdenas]

Los comunistas y la Revolución Nacional


La Revolución Nacional ha sido ciertamente un hito histórico fundamental en la historia republicana de nuestra patria, y en la perspectiva de más de medio siglo de su comienzo, son muy pocos los estudiosos, historiadores e investigadores nacionales y extranjeros que nieguen la validez histórica de ese proceso. Así el investigador norteamericano James F. Siekmeir, en su libro: “La Revolución Nacional y los Estados Unidos”, editado por Plural, dice: “Junto con las revoluciones Mexicana, de Cuba y Nicaragua, la Revolución Nacional de 1952 figura en la historiografía como una de las grandes transformaciones sociales del Siglo XX en América Latina. La Revolución Nacional fue un momento crucial en la historia de Bolivia...”.

Este proceso revolucionario de modernización del país, que ha marcado un rumbo histórico inacabado, por las interferencias de las corrientes de extrema derecha y extrema izquierda, en su primer periodo del gobierno del Cnl. Gualberto Villarroel López, sufrió la arremetida de esas corrientes coaligadas que asesinaron al joven presidente el 21 de julio de 1946, con la agravante que los comunistas organizados en el PIR de ese tiempo, no asistieron a la Guerra del Chaco y prefirieron auto asilarse en Chile y Argentina, al contrario de los nacionalistas de RADEPA y el MNR que tomaron el poder en diciembre de 1943. Con gran entusiasmo los comunistas no sólo derrocaron al gobierno de Villarroel y lo asesinaron, sino que entregaron el poder nuevamente a la vieja “rosca” minero feudal.

El 4 de noviembre de 1964, una vez más, los comunistas y la extrema derecha se coaligaron para derrocar al gobierno de la Revolución Nacional, en el denominado proceso “restaurador”, es decir de restaurar lo anterior al régimen revolucionario, aunque en verdad no pudieron o no tuvieron la capacidad de instalar una corriente distinta de la que trazó el MNR en doce años, y con distorsiones mantuvieron la línea de abril. El costo de la “restauración” fueron las masacres de mineros en mayo y septiembre de 1965 y junio de 1967, además de la rebaja de salarios a los trabajadores de las minas nacionalizadas en octubre de 1952. El cierre de actividades de la COB y el sindicalismo y una sañuda persecución a los dirigentes sindicales.

Los dirigentes mineros de las empresas de Comibol contribuyeron eficazmente a la “restauración”, para luego sufrir ellos mismos y las bases trabajadoras, la represión del régimen restaurador.

Precisamente el norteamericano Thomas C. Field Jr., en su libro “Minas, balas y gringos”, que fue editado en la vicepresidencia del actual régimen de gobierno, seguramente con la creencia del señor García Linera de denostar la revolución nacionalista, el autor demuestra el entusiasmo con la que Irineo Pimental y Federico Escóbar (entre otros), enfrentaron y sabotearon las medidas para mejorar la productividad de Comibol, así como demostrar que el apoyo norteamericano a la revolución en Bolivia, se debió a la visión que tuvieron en Estados Unidos, en especial la de John Kennedy, de que era posible una revolución que no sea comunista, como en la práctica fue la Revolución Nacional.

Los comunistas en todas sus versiones (trotskos, moscos, chinos, castristas, etc.) han enfrentado, saboteado y combatido a la Revolución Nacional, derrocándola dos veces (para algunos habrían sido tres, se considera el derrocamiento de Sánchez de Lozada), y por otro lado la extrema derecha combatió al MNR con el argumento de ser una corriente pro comunista.

Lo cierto es que el nacionalismo boliviano, nacido en las arenas del Chaco, ha sido capaz de hacer una Revolución, considerada una de las importantes en el mundo, pues fue anterior a la cubana y sus resultados fueron el cambio profundo de la vida del país, redimiendo de su condición de “siervos de la gleba” a millones de campesinos indígenas, recuperando la riqueza minera para el país, de la propiedad de tres empresarios que dirigían sus empresas desde los centros de poder mundial capitalista, que ampliaron la educación a miles de bolivianos, que dieron el voto universal a todos, hombres y mujeres, y cuyas políticas sociales perduran en el tiempo.

Los comunistas en su paso por el poder han dejado en ruinas el país, como la UDP y ojalá no se repita ese cuadro en este tiempo, con el populismo izquierdista.

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