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El secuestro de la Virgen

Hernán Maldonado

Mi viejo amigo y colega Lalo Figueroa, fundador del Club de Alto Obrajes, me invitó en mi reciente viaje a La Paz a “tomarnos un cafecito”. Puntualizó: “Nos reunimos varios de los colegas todos los primeros martes de mes; vas a recordar a varios”.

Figueroa, dentista de profesión, durante muchos años fue locutor de Radio Fides. Allí nos conocimos. Poseedor de una agradable voz, siguió, en su primera profesión de estudiante, hasta después de graduarse en la UMSA. (La semana pasada supe que había fallecido 2 semanas antes que nuestro común amigo, el RP José Gramunt de Moragas).

En esa reunión de ese martes me encontré con colegas a los que no veía una chorrera de años, como doña Elsa Antequera, una celebridad de la radio boliviana y con Roberto Cuevas Ramírez, al que no vi desde mediados de los años 50 cuando era presidente de la Federación de Estudiantes de Secundaria.

Fue lindo compartir con todos ellos rememorando tiempos viejos. Con Roberto charlé como si ayer nomás hubiéramos dejado de hacerlo y al día siguiente lo visité gustoso en sus oficinas como Consultor del paceñísimo Club 16 de Julio.

Generoso, me obsequió varios de sus libros y el primero que terminé de leer esta semana es el titulado “El secuestro de la Virgen”, cuya primera edición data de 2014. La vez que he regresado a Bolivia, siempre he ido a Copacabana porque en 1966 puse mi matrimonio en manos de la Virgen Morena.

Roberto Cuevas es un profesional polifacético que conoce a fondo los medios sociales en los que se desempeñó como pez en el agua y eso le ha permitido adentrarse en la psicología nacional. La novela tiene un comienzo inverosímil y un dramático final que se dibuja ya en el último encuentro del padre Panchito y el “santero del pueblo”.

Al margen de la trama que sirve para titular el libro, lo valioso en la obra de Roberto es su profundo conocimiento del “alma boliviana” de sus personajes a los que desnuda deliberadamente. Son los protagonistas que vemos todos los días desde los tiempos de la Revolución Nacional y su Control Político, hasta los masistas de hoy.

El burócrata generoso con un niño ajeno que lo conmueve y quien lo asombra por ser testimonio vivo del milagro de su curación y quien pese a ver, sentir y comprobar la clarividencia del infante todavía tiene dudas de su fe.

El locutor (conocí a varios que, por su voz, se creían encantadores de mujeres) que deviene en el torturador de presos políticos porque le dieron el poder para arrancar confesiones despellejando a sus víctimas y cuyo trágico final, acabados sus días de apogeo, hemos visto en otros demasiadas veces en Bolivia.

Otro personaje de hoy mismo es el Conejo Negro, un “bueno-para-nada”, diría mi abuela, quien pese a sus rimbombantes apellidos de una estirpe que fue y ya no es, prueba de todo hasta pasar a ser un potentado gracias al tráfico de drogas, curiosamente mientras predica la Palabra y vende Biblias…

En los años 50, Gustavo Adolfo Otero nos regaló el libro Vida Social en el Coloniaje. Guardando las distancias, me atrevería a decir que Roberto Cuevas Ramírez describe la vida social en La Paz en los últimos 70 años… “El secuestro de la Virgen” no es sino una excusa.

El autor es periodista. Ex UPI, EFE, dpa, CNN, El Nuevo Herald. Por 43 años fue corresponsal de ANF de Bolivia.

 
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