Fastuosidad del poder… Gran Poder

“En lo que me encamino a ser testigo de una nueva entrada del Gran Poder acompañado de mi amada Estrellita, recuerdo con mucha añoranza mi querido Ch’ijini natal, barrio donde se origina este peculiar festejo. Recuerdo muy niño cuando la elegancia que se ostenta hoy en día por los bailarines era lo de menos. La festividad del Gran Poder se basaba en un alto grado de devoción. El lujo y la ingesta exagerada de comida rápida criolla y de cerveza era lo de menos… bailarines y publico espectador teníamos un compromiso serio con la fe.

Al llegar a la avenida Camacho veo que la convocatoria de público ha ido en aumento de forma vertiginosa ya que la cola está más larga que para cobrar el Juancito Pinto. Esta entrada como gran muestra de nuestro vasto folklore es una muestra muy representativa, admirada a nivel internacional.

Si bien el desborde de alegría, música y diversión son de admirar, ya que los bailarines se congregan en más de trescientas fraternidades entrantes y el admirable trabajo de los cientos de artesanos que confeccionan los trajes de los danzantes es meticuloso, es necesario también evitar soslayar el hecho de que la esencia misma de la entrada es la fe.

Al internarse en el seno mismo de este show callejero de primera, tristemente uno evidencia muchas acciones que distan de este máximo propósito. La venta desmedida y nada controlada de bebidas espirituosas a los asistentes es incalculable. Por supuesto luego la alegría y festejo deviene en la nada grata labor de limpieza y queda claro que el centro paceño se ha convertido en un enorme toilette al aire libre y el olor a jolke perdura un par de días… punto negativo para la pseudo fe de los asistentes”