[Manfredo Kempff]

FFAA: ¿Más travesuras del MAS?


Sabemos que cuando el MAS se mete a hurgar algo lo hace a fondo, sobre todo cuando se trata de descomponerlo. La lista de instituciones que ha echado a perder son enormes y todas muy peligrosas. Desde su indescifrable y cursilona Constitución, pasando por sus históricas elecciones directas de magistrados, hasta este último embrollo con los cooperativistas mineros, todo ha sido un solo desastre. Hablar de “travesuras”, por tanto, es generoso, porque el travieso, además de infantil, tiene algo de ingenioso, de sagaz, lo que las mentes pétreas de los masistas desconocen. Ahí solo hay resentimiento y ánimo de revancha. Pero, en fin, digamos que hacen travesuras cada vez que pueden y que esas travesuras le cuestan mucho al país.

El Estado Plurinacional ha transformado la vida de los bolivianos en muchos aspectos con sus reformas sacadas de la galera. La nación, que se resiste a morir desde 1825, lo ha soportado todo estoicamente hasta nuestros días. Ha aceptado el manoseo del Poder Judicial, el baboseo del Poder Legislativo, la subordinación del Tribunal Supremo Electoral, y hasta comandos genuflexos en las Fuerzas Armadas. El pueblo que sólo se entera de las cosas que suceden por la televisión del Estado, que aplaude el satélite y el Dakar, y que recibe algunas dádivas del gobierno, no se inquieta por el futuro.

Sin embargo, urdir travesuras en las Fuerzas Armadas es algo peligroso. De eso nos hemos quejado periódicamente, en cada retroceso del Alto Mando a los caprichos de S.E., sólo que sin eco. Parece que la gente no se diera cuenta de que el bocado más apetitoso que tiene el oficialismo es convertir al Ejército Nacional en su milicia. Ya han convertido a la mayoría de los militares en adoradores del Che Guevara, olvidando que una de sus grandes hazañas fue derrotar a la guerrilla castrista. Al propio oficial que capturó al Che, la justicia (léase el Gobierno) lo tiene acusado poco menos que de traición a la patria. Entre whipalas, bandas folclóricas, y turbas vociferantes, los otrora gallardos cadetes del Colegio Militar hoy desfilan aturdidos en las fechas cívicas. Para colmo, el grito de guerra del Che: “Patria o muerte, venceremos” se chilla a todo pulmón en los cuarteles.

S.E. ha acorralado y ganado a los jefes militares, no a todos por supuesto, sino a quienes luego han recibido embajadas, consulados, y cargos públicos. Ellos son los que ofrecen en bandeja al MAS unas Fuerzas Armadas socialistas, antiimperialistas, anticolonialistas, y sobre todo, leales, no tanto a la Constitución, que es su deber, sino al “proceso de cambio”. Y S.E. proclama por todas partes que el “cambio” ha llegado a las guarniciones y que tenemos militares patriotas alineados con el pueblo, comprometidos a defender al “gobierno legalmente constituido” hasta ofrendar su vida. Negocio redondo.

Pero la travesura grave del MAS es que está sembrando entre suboficiales y sargentos, de seguro que también entre la tropa, actos de insubordinación. Puede que en sus comienzos eso pase desapercibido, pero después será incontenible. Resulta que la Constitución (esta misma Constitución masista) establece que “la organización de las Fuerzas Armadas descansa en su jerarquía y disciplina”. Sin embargo, se alienta en los rangos bajos, acabar con la discriminación y el racismo. Se pide igualdad de oportunidades y un trato igual en armas, uniformes, viviendas, hasta en las bebidas y comidas que se consumen en reuniones sociales. ¿Pero qué es esto? ¿Qué Ejército es el que vamos a tener? ¿Un Ejército donde los generales, coroneles y sargentos ganen lo mismo, coman lo mismo y duerman en camas iguales? ¿Unas FFAA donde todos quieren ser subtenientes? ¿Quiénes van a obedecer en un Ejército entre iguales? ¿Dónde quedará el mando? ¿Dónde quedará la jerarquía y la disciplina que impone la Constitución?

El MAS tiene respuestas para todo y piensa que se podría modificar algunas disposiciones en las FFAA. Si la Constitución dice que las FFAA están sujetas “a las leyes y a los reglamentos militares”, ¿por qué no modificar dichos reglamentos? Ahí están las declaraciones ambiguas de Eugenio Rojas, presidente del Senado; Fidel Surco, presidente de la Comisión de Defensa y Gobierno del Senado; Concepción Ortiz, vicepresidenta del MAS, y de algunos otros jefes masistas que se han referido al tema. Se quiere, entonces, ante la pasividad de los altos mandos, maniobrar y modificar las cosas como si se tratara de actuar en un sindicato cualquiera.

Si los militares no le explican a S.E. que estas demandas apuntan contra la existencia del Ejército, entonces estamos camino de una destrucción de las FFAA, como en épocas de la Revolución Nacional en 1952, con la diferencia de que en tiempos de la “rosca” existía, seguramente, un ejército oligárquico, y en la Bolivia actual las elites “blanquiñosas” van camino de la extinción.

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