Las devaluaciones monetarias puestas en aplicación por países vecinos, pese a que se realizaron hace tiempo, han comenzado a preocupar a algunos sectores económicos del país y a medida que sus efectos causan creciente deterioro a industriales, agricultores, mineros y pequeños capitalistas, están creando expectativa entre toda la población, entre la que se comenta o bien un agravamiento de las finanzas del país o bien una devaluación oficial.
Como efecto de las devaluaciones monetarias de Perú, Argentina, Brasil y Chile, están ingresando al país grandes cantidades de toda clase de productos, en especial alimenticios y textiles, mercancías que son cada vez más baratas y hacen la competencia a las ya debilitadas industrias y agropecuaria nacionales, obligándolas a enfrentar una competencia desleal, la misma que de continuar tendrá alcances insospechados, entre ellos el cierre de empresas y la consiguiente desocupación laboral, por lo demás ya muy elevada.
Sin embargo, mientras la población y los sectores industriales se preocupan por las devaluaciones extranjeras, los detentadores de los mecanismos de control de la economía guardan completo silencio e inclusive alguna autoridad ha manifestado de forma contundente que el Gobierno no devaluará la moneda boliviana, manteniendo, por tanto, en esa forma, el desarrollo, velocidad y ritmo de la actual economía.
Esa especie de indiferencia de los mecanismos estatales ante lo que está ocurriendo con la economía nacional, permite adelantar que más a corto que a largo plazo, continuará fugando del país la moneda dura, seguiremos consumiendo productos extranjeros y tanto la industria, la agricultura y otros rubros principales de nuestra realidad seguirán en una espiral de crisis con los alcances respectivos.
A esos aspectos de las políticas monetarias de naciones vecinas se suman otros, como la caída de los precios de las materias primas, que ya está haciendo notar dificultades financieras en todo nivel, aunque todavía no han llegado a su culminación, lo cual recién podrá verse a fines del presente año.
Entre tanto, para equilibrar la economía boliviana con la del exterior y evitar los efectos deletéreos que se registran y que, entre otros, se muestran con una decreciente inflación y una creciente deflación, se habría convertido en un punto de interés inmediato de parte de los altos funcionarios del Gobierno, preparar alguna medida que permita enfrentar la crisis que se avecina. Tal medida consistiría en la devaluación de nuestra moneda, aunque con atraso, porque el país estaba sin Ministro de Hacienda, quien hace poco habría viajado a Venezuela con el objetivo de salvar la economía de ese país de la profunda crisis que le agobia y quien tendría en su agenda la fórmula para evitar los efectos de las devaluaciones de los vecinos en nuestro país.
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