[Armando Mariaca]

Estabilidad para combatir a la pobreza y al subdesarrollo


Vivimos tiempos de grave crisis económica, un fenómeno que tiende a ahondarse especialmente en los países pobres y subdesarrollados como son los del Tercer y Cuarto Mundo que, por décadas, han mantenido esperanzas para salir de situaciones difíciles que han causado sufrimientos a millones de personas. Al ingresar al nuevo año, las esperanzas se renuevan porque no hay intención de rendirse y aceptar resignadamente nuevos embates; al contrario, hay propósitos e intenciones para luchar y vencer a la pobreza y al subdesarrollo.

Los desafíos son grandes y los propósitos firmes; pero, es preciso que haya estabilidad en todo y no solamente en el campo de la economía sino en el de las virtudes, valores y propósitos que son básicos para cualquier emprendimiento. Estabilizar la economía venciendo todos los problemas y actuar con lo que se tiene y propugnar a crear riqueza que genere empleo debe ser acción prioritaria no sólo del gobierno sino de quienes poseen poder económico y social.

Estabilizar la vida consiste en agrandar el límite de los propios valores y principios teniendo en cuenta que todo ello será condición para conseguir estabilidad institucional que es parte sustantiva del sistema democrático; conseguir estabilidad en las corrientes político-partidistas tanto del partido gobernante como de quienes conforman la oposición. Una estabilidad que permita desterrar los odios, rencores y complejos que tanto daño han hecho a la comunidad boliviana en diez años en que parecía imperar la consigna de “hacer pagar a las actuales generaciones lo malo que habría ocurrido en el pasado”.

La estabilidad conciencial, que permite contar con serenidad, capacidad para el perdón, condiciones para amar al prójimo, virtudes para entender que todos los bolivianos no debemos vivir enfrentados ni sojuzgados por complejos que marginan, diferencian, dividen a la población y pretenden convertirla en víctima de “slogans” e ideologías ya obsoletas.

Estabilidad en el trabajo tanto de quienes gobiernan como de toda actividad que busca contribuir al desarrollo; una estabilidad que permita tener confianza en el futuro y seguridad de que todo es posible vencer con valentía, coraje y decisión; una estabilidad que tenga capacidad para vencer las dificultades y no se arredre ante los problemas y los encare prontamente sin esperar que todo lo haga el gobierno dejándonos en la espera cómoda del que “nada puede porque nada quiere”.

Estabilidad en las conciencias y los corazones para entender que la batalla contra la pobreza y el subdesarrollo no se la libra sólo con ayudas y comprensión ajenas sino con la propia voluntad, con los dones que Dios nos otorgó y que, muchas veces, están dormidos y es preciso despertarlos y dinamizarlos, comprendiendo plenamente que los factores de lucha y coraje son los valores y principios que debemos acrecentar mediante la salud y la educación, dos aspectos de la vida nacional que siempre han sido descuidados o pospuestos a planos secundarios porque había que dar preferencia a los sectores de defensa y gobierno que han resultado ser factores de sustento de los regímenes que han manejado el país sea con la fuerza del Derecho o con el derecho de la fuerza.

Estabilidad política para que se tome conciencia en quienes son parte de partidos y agrupaciones, que todos los bolivianos tenemos derechos consagrados por la Constitución y las leyes; que debemos contar siempre con la libertad de expresión que es básica para la vigencia de toda libertad para pensar, sentir, opinar, contradecir, rechazar, criticar, disentir, refutar y hasta condenar lo que hagan o digan quienes tienen poder político, económico o social sin limitación alguna salvo las que señalan la propia responsabilidad y las leyes.

Tanto el gobierno como quienes aspiran a llegar a él, tienen la obligación de tomar caminos para estabilizar, en bien del país, todo lo que convenga a él, lo que corresponde al pueblo y combatir lo que es preciso desterrar y lo que es urgente rechazar. Así, gobierno y oposición no pueden, por poder que tengan, coartar la libertad de nadie y deben buscar, conjuntamente, los mejores remedios a las situaciones difíciles, especialmente aquellas que impiden la concordia, la unidad y la libertad de disentir y poder ejercer sus derechos políticos y cívicos. Estabilizar las conciencias para que no haya más enfrentamientos ni desencuentros entre los bolivianos; que las autoridades y la propia oposición, mientras actúen conforme a una recta conciencia, no teman la acción de ninguna oposición y la reciban constructivamente.

Es, pues, tiempo de una estabilidad conciliatoria entre todos; de otro modo, creer que los males serán vencidos resulta utópico, porque todo camino torcido tiende a agravarlos, complicar situaciones y agrandar la pobreza y el subdesarrollo. Con fe y esperanza, con amor y armonía, mucho se puede conseguir.

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