La situación de nuestros niños

Con seguridad, como en años anteriores, las autoridades con bombos y platillos en el Día del Niño ofrecerán agasajos, desayunos, entretenimientos gratuitos y a manera de mofa, los menores serán disfrazados como diputados levantamanos, alcaldes y concejales. Los pequeños inocentes y hermosos acudirán presurosos con ingenuidad y ternura por naturaleza. Se dice que nuestros niños son el futuro de Bolivia. Es cierto, porque de ellos dependerá la prosperidad del país, según las enseñanzas que el Estado les otorgue desde sus primeros años. El presidente Morales en 2010 dijo: “la educación necesita una profunda revolución”. Ciertamente, la educación en Bolivia no es prioritaria. Pasan muchos años, esa revolución anunciada no se produce. “Un pueblo sin cultura, es un pueblo enfermo”.

Asimismo, los progenitores deben otorgarles vida ejemplar, con ética y moral, ante la inversión de valores. Los educadores con sus enseñanzas moldean la personalidad infantil, porque la sabiduría otorgada en las aulas es fundamental para su formación física y mental. El niño y la niña comienzan a formarse, conocer las primeras letras y a tener visión de su existencia y porvenir. La escuela es su segundo hogar y la imagen que se formará de ella perdurará en su mente por el resto de su existencia. Alguien dijo: cuando estoy frente a un niño, siento respeto por él, respeto porque puede llegar a ser un hombre distinguido o, en su defecto, un ciudadano común del montón, con pocas luces.

El DS 040017 de 11 de abril de 1955, en el gobierno de Víctor Paz Estenssoro, y el Código Niño, Niña, Adolescente aprobado en 2014, reconocen e instituyen: Velar por los derechos del niño. Gozar de la seguridad social y la prevención de enfermedades. Conocer a sus padres y llevar su nombre. El derecho a oportunidades intrínsecas a la vida desde su nacimiento hasta el desarrollo completo de su personalidad. Debe ser alimentado, asistido, amparado y protegido suficientemente para gozar de las prerrogativas de todo ser humano. No debe ser maltratado moral o corporalmente por los suyos o los antisociales. Le asiste el derecho a la protección y ayuda en lo económico. Se debe reclamar contra la explotación de su trabajo en el Estado y la empresa privada; es obligación el cuidado integral de su persona y otros derechos más que son vulnerados.

Si el Estado Plurinacional tiene obligación de acuerdo con el Código Niño, Niña, Adolescente, la población afligida se pregunta: ¿por qué abandonados por sus padres recorren las calles mendigando una limosna? ¿Por qué la proliferación de pobres junto a sus madres en las aceras? ¿Por qué trabajan desde temprana edad en zafras de cañaverales del trópico, socavones de minas y otros empleos, permitiendo la explotación infantil? ¿Se obliga a trabajar para ayudar a sus padres? ¿Por qué hay malentretenidos, vagabundos y cleferos? ¿Por qué son consumidores de drogas? ¿Por qué frecuentan basurales junto a canes en busca de zapatos, ropa, latas, envases plásticos y mendrugos de alimentos? ¿Por qué se dedican al hurto? ¿Por qué chiquillas son ultrajadas? ¿Por qué la violencia contra ellos? ¿Por qué tienen que vivir junto a sus padres en las cárceles? ¿Por qué hospitales del niño están atestados y sin insumos? ¿Por qué hay menores criminales y pandilleros?

Hay muchas otras preguntas más que difícilmente han de ser respondidas con franqueza e hidalguía por autoridades gubernamentales. Se dirá que se entrega el bono Juancito Pinto, el bono Madre-niño, Juana Azurduy de Padilla, pero en la práctica son pequeños paliativos, no solucionan el conmovedor problema del mundo infantil.