[Armando Méndez]

Ideas equivocadas del marxismo


La teoría del valor de Marx permite entender todo el andamiaje de la ideología comunista porque de ahí se concluye que la riqueza creada por el obrero no le es reconocida ni pagada por el capitalista sino que es apropiada por él. De esta manera, surge la riqueza que acumula el capitalista convertida en propiedad privada. Por esta razón, la historia del capitalismo sería una continua lucha social y política por la apropiación de la “plusvalía” entre los obreros, por una parte, y los capitalistas, por otro, dando lugar a la inevitable lucha de clases entre proletarios y capitalistas, lucha que concluiría con la revolución socialista, con el gobierno dirigido por la clase obrera, con la “dictadura del proletariado”, quien pasa a expropiar la propiedad de los capitalistas, con lo cual se elimina la propiedad privada de todo medio de producción, y también del comercio privado, para ser reemplazada por la propiedad estatal, con lo cual termina la explotación del obrero.

Del planteamiento anterior también se deduce el rechazo que el marxismo tiene ante la fundamental ley económica que dice que los humanos ante todo buscan sus propios intereses y de acuerdo con sus propios valores, lo que en la actividad económica se traduce en que cualquier persona busca lograr los mayores ingresos por la actividad que realiza, lo que alguna gente despectivamente llama “el lucro”, siendo la competencia el medio para impedir la concentración de este lucro.

Hoy ningún economista, que se precie de serio y riguroso, aceptaría la falsa hipótesis marxista de la explotación del obrero. Pero esta conjetura equivocada se generalizó más tarde como que todos los trabajadores son explotados por el capital; que los ricos existen porque se apropian lo que producen los pobres; que las naciones son ricas porque explotan a los países pobres. El leninismo es el que introdujo la hipótesis que unos países son explotados por los denominados países imperialistas. Esta misma idea se la apropió el esquema “centro- periferia”, que en el pasado caracterizó a la CEPAL de las NNUU; a la “teoría de la dependencia”, que comparte la idea leninista que los países de la periferia, o del tercer mundo, son explotados por los del centro. Estas presunciones que no sólo son falsas, sino dañinas, se anidan mucho tiempo en los cerebros de gente muy inteligente y bien intencionada.

La segunda premisa marxista, la pauperización de la clase obrera se desprende de la primera, que la historia se ha encargado de desmentir. Los obreros en el mundo han dejado de ser pobres. Para un periodo de 30 años, 1962- 1992, los salarios reales en la industria de los países desarrollados se expandieron a una tasa promedia anual del 3,3 por ciento, lo cual quiere decir que cada 21 años duplicaban su salario real. Y según Paul Krugman, el aumento salarial en los países asiáticos ha sido impresionante: “En Corea del Sur y en 1975 el salario promedio por hora era el equivalente de sólo el cinco por ciento de lo que era en EEUU, pero en 1996 había subido al 46 por ciento”.

La tercera idea equivocada de Marx dice que la economía de mercado es un “caos y anarquía”, que la competencia es causa de los ciclos económicos y de sus crisis. No se percata que es la forma como los individuos libre y voluntariamente participan en los mercados, dando lugar al intercambio generalizado, relación social por excelencia. Es el medio por el cual la libertad de los hombres se traduce en creatividad e iniciativas expresadas en las actividades económicas para lo que mejor estén dotados; es el medio por el que se introduce cosas y servicios nuevos y que, en definitiva, favorece el bienestar de las mayorías. La economía de mercado es la forma como los países avanzan. Los ciclos económicos tienen que ver, en gran medida, con una “falla del Estado”, en el campo de la política monetaria. Como alternativa a la economía de mercado, Marx planteó la planificación y control de toda la actividad económica por parte del Estado, y que en la práctica se vio acompañada de estabilidad económica, allá donde aplicaron la economía estatalmente planificada, pero al precio del completo estancamiento productivo y de la pérdida de libertad de elegir, ya que incluso los trabajadores pasaron obligatoriamente a ser empleados del Estado.

La cuarta idea equivocada es su pretensión de haber “descubierto las leyes de la historia”, los diferentes “modos de producción” por los que inevitablemente todas las sociedades cronológicamente transcurrirían, siendo, los siguientes: la comunidad primitiva, el esclavismo, el feudalismo, el capitalismo y, finalmente, el socialismo que se transforma en comunismo, con lo que llega al “fin de historia”. La sociedad perfecta, ¡el paraíso en la tierra!

El autor es Profesor emérito de la UMSA y expresidente del Banco Central de Bolivia.

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