[Alberto Zuazo]

¡Sin insumos el Hospital General!


Resulta insólito que nada menos que en la virtual capital de la República, como es La Paz, en el Hospital General tenga que realizarse un paro de labores de su personal por falta de insumos.

A cualquier autoridad y Gobierno debería avergonzar que nada menos que el principal hospital del país tenga que cerrarse por falta de insumos. A qué puede deberse esta situación: ¿a negligencia del Ministerio de Salud o a carencia de una buena administración de aquel centro de salud?

Puede ser lo uno o lo otro, aunque en ambos casos es condenable.

En el Hospital General debe haber siquiera un millar de pacientes internos y los externos a diario forman extensas filas delante de sus oficinas para recibir atención. A estas personas se las humilla con la imposibilidad de atenderlas, por la carencia de insumos.

Mientras que con la situación de los internos se asume una grave responsabilidad por lo que pueda ocurrirles. La responsabilidad plena de esta contingencia inadmisible es del Ministerio de Salud, ni duda quepa, pues es el que administra el presupuesto fiscal del sector y, por tanto, se puede inferir, por lo que sucede, que tiene graves falencias en sus actividades.

En última instancia, podría atribuírsele la responsabilidad al Tesoro General de la Nación, por no administrar oportuna y eficientemente los recursos fiscales, en este caso peor, porque se trata nada menos de la salud pública, que en todo país civilizado es la principal preocupación administrativa que se tiene.

En cuanto al oportuno aprovisionamiento de insumos, queda claro que no es una cuestión de última hora. Por el contrario, exige la toma de medidas con la necesaria anticipación. Esto es, la provisión de suministros al Hospital General no puede estar sujeta a días, ni siquiera a semanas. La atención que merece es de meses antes, porque, de todos modos, se pone irresponsablemente en juego la salud de los pacientes internos y externos.

Las autoridades de salud, para ser tales, tienen que tener forzosamente la necesaria conciencia que no están administrando una oficina burocrática cualquiera, están de por medio muchas vidas, en este caso, mayormente de gente que no puede acceder a la medicina privada por razones económicas. ¿O por necesitados o pobres no hay que preocuparse? ¿Esta es la mentalidad indolente que prevalece en el sector de salud?

Si es así, es mejor que dejen de asumir responsabilidades en el mismo, pues cuando no se tiene ni idea de lo que es la salud pública, se está cometiendo un delito, porque la salud ajena debe ser considerada como propia y aún más, porque al final lo personal es cuestión privada y está sujeta a la voluntad que se tenga con uno mismo.

En cambio, cuando se trata de la salud de los demás, la responsabilidad es de todos, ni siquiera solamente de los funcionarios o burócratas del ramo, sino de cada uno de los integrantes de una sociedad civilizada y organizada adecuadamente para funcionar como tal.

El Ministerio de Salud tiene que ser mucho más eficiente y responsable de la vida de los bolivianos. Decididamente, no cabe argumento alguno para pretender justificar la falta de insumos en el mayor hospital público de Bolivia. Simple y llanamente, sus actuales autoridades deben dejar estos cargos, porque demuestran que no están habilitadas para ejercer esas funciones.

En última instancia, tiene también que verse la responsabilidad del Gobierno por contar con funcionarios ineptos o irresponsables en el sector de salud, ya que es el que mayor atención debe prestar, en vez de solamente delirar con la política y no con los servicios públicos, en particular con el de salud.

El cierre del Hospital General de La Paz tuvo que producirse por decisión de sus propios funcionarios, seguramente ante la indolencia de las autoridades del país, pues ninguna de ellas se preocupó de evitar que acontezca ello, desde el propio Palacio de Gobierno, el Tesoro General de la Nación, dependiente del Ministerio de Economía, y del Ministerio de Salud.

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