[Armando Méndez]

Libre comercio mundial


Son un avance para la concepción y concreción del libre comercio mundial las conclusiones a favor de la irrestricta migración, a las que se ha arribado en la Conferencia Mundial de los Pueblos, llevada a cabo en junio del presente año en la ciudad de Cochabamba, con el lema “derribar los muros que dividen y construir una ciudadanía universal”.

La conclusión es acertada, el reto es que los gobiernos de los países la hagan realidad eliminando toda traba al movimiento de personas de un lugar a otro, bajo el justificativo de “migraciones regulares, ordenadas y seguras”.

En términos económicos esto quiere decir que lo que se busca es que no exista restricción a la libre circulación de personas entre los países. Y esta es una de las cuatro libertades que promociona el libre comercio mundial: Libertad de movimiento de las personas, de los bienes, de los servicios y de los capitales.

En general, todavía se considera algo normal y hasta favorable el cobro de impuestos a las importaciones que realizan los países y que se denomina aranceles. Sin embargo, estos son obstáculos al comercio exterior, porque incrementan artificialmente los precios y, por tanto, frenan el desarrollo de los mercados.

¿Quiénes se oponen al libre comercio y promueven la aplicación de aranceles al comercio internacional? Son los intereses creados de industriales y de comerciantes. Estos son los que promueven todo tipo de controles, aranceles; impiden vender donde sea más caro y comprar donde sea más barato. Van contra el interés general.

La economía plantea que el libre comercio mundial asegurará la paz mundial, promoverá el bienestar general y estimulará la superación interna en cada país. Pero, lamentablemente, el accionar de la política no permite su aplicación.

Cuántas veces se escucha decir que la protección y los aranceles son para defender el empleo. Hay que preguntar empleo ¿de quién? No se tiene por qué mantener empleos que no son competitivos a nivel mundial, sino la libertad de la gente para trabajar allá donde sea más útil.

La economía es vender para comprar. La gente vende su capacidad de trabajo para poder comprar bienes y servicios. Esto mismo sucede en la economía mundial; todo país debe vender algo al mundo (exportar) para comprar (importar). Es bueno exportar y es bueno importar.

Una queja corriente dice que hay gobiernos que subsidian a sus industrias, por lo que venden al mundo con precios bajos, lo cual sería una competencia desleal. ¿Es así? Hay que preguntarse de dónde salen estos subsidios. Si se los financia con impuestos a su población, quiere decir que su gente está dispuesta a tener menores ingresos disponibles para “regalar” al exterior.

Una queja actual en los países desarrollados es contra China. Se dice que ese país se ha convertido en la “fábrica del mundo”, porque está inundando con sus manufacturas a todas las economías y gracias a sus precios bajos, resultado a su vez de que sus salarios son bajos. ¿Quién gana? Todos. Por una parte, los consumidores de los productos chinos y, por otra, los trabajadores chinos.

Sin embargo, al igual que lo que sucedió en Corea del Sur, a fines del siglo pasado, en China los salarios están subiendo, consecuencia de lo cual mucha gente de este gran país se ha incorporado a lo que se denominan clases medias.

Si un país pierde empleos por el comercio internacional es porque hay países que producen algo de manera más eficiente, por lo que el país afectado tiene que buscar otras actividades donde puede tener lo que en economía se llama la “ventaja comparativa”. Esto pasa con EEUU, país que ya no es competitivo para una vasta producción industrial, pero es altamente competitivo en todo lo que implique producción tecnológica.

Muchas veces se cree que los conflictos bélicos son por asuntos económicos. Esto es una verdad a medias. Cuando los gobiernos y la política interfieren en el funcionamiento libre de los mercados, aparecen intereses creados de industriales y comerciantes; las disputas privadas conducen a disputas entre los gobiernos. Y lo peor que le puede suceder a una sociedad cualquiera es cuando el poder político se junta con el poder económico. Es el camino seguro a la tiranía, dice Milton Friedman.

Cualquier actividad económica requiere factores productivos, habilidades y mercados. La mayor ayuda de los países desarrollados a favor de los que no lo son es la plena apertura de sus mercados y la inmigración. La mejor política de industrialización y de creación de empleos en los países no desarrollados es la apertura y la atracción al capital extranjero.

El autor es Profesor emérito de la UMSA y expresidente del Banco Central de Bolivia.

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