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[Alberto Zuazo]

Dos enfoques filosóficos de Felipe Mansilla


La intelectualidad es poco reconocida en el país, tal vez porque pocos son los que han perseverado en esta actividad. Pueden ser dos las motivaciones. La primera, que hay poco afición por leer libros, en particular cuando son de autores nacionales. Se los prefiere a aquellos que tienen nombradía internacional. Y la otra, porque ha sido reducida la afición de leer libros con la facilidad que ofrecen los medios digitales. Aparte, son pocos los intelectuales que se animan a editar sus dominios intelectuales. En unos casos por su costo y, en segundo lugar, porque no se logra recuperar fácilmente la inversión efectuada, en alguna oportunidad proveniente inclusive de préstamos o de esfuerzos de familia.

En la actualidad está situación tiende a mejorar, por las exigencias de los estudios académicos y también porque los medios de orden social influyen para que haya mayor dedicación a la lectura, en particular con referencia a la producción nacional. Aunque existen también casos en que algunas editoriales han tenido que cerrarse por factores financieros, dada la reducida venta de libros nacionales, en especial.

De todo modos, el esfuerzo en este sentido se mantiene latente, por lo que será pertinente recomendar a los compatriotas que sigan tomando o siquiera manteniendo interés en la lectura de libros, en particular de producción nacional, porque siempre ilustran o destacan los aspectos interesantes que tiene el país, en todos los órdenes del conocimiento.

De otra parte, es necesario estimular a nuestros intelectuales para que escriban libros y siempre tengan los lectores necesarios; al concurrir los dos factores inciden en conocer más la diversidad de la patria, pero, esencialmente, en el caso que se trata en estas líneas, si físicamente no se conoce todo el territorio nacional, mediante la lectura de libros se lo puede conocer incluso con mayor profundidad que durante una simple visita.

Los autores de libros se empeñan en intensificar y profundizar el conocimiento del país, así como la variedad del pensamiento de los bolivianos, sea en el plano estrictamente creativo, como los relativos a temas políticos, sociales y otros que sean de interés público, como las biografías de personalidades que siempre emergen en todas las latitudes terráqueas.

Estas líneas puede que sean excesivas o reiterativas, pero en este caso vale la pena escribirlas para crear el ambiente necesario, básicamente destinado a inducir a que los bolivianos lean las obras del más ilustre de los filósofos vivos que tiene actualmente Bolivia. Se trata de Felipe Mansilla, quien lo hace de manera muy original, sus progenitores no sólo le pusieron un nombre, sino nada menos que tres. Y Mansilla optó por usar únicamente sus iniciales (H.C.F.) para presentar sus libros, más su apellido paterno.

Ocurre, además, que tiene doble nacionalidad. Vino al mundo en Argentina, pero de padres bolivianos, de manera que al presentar sus datos personales indica: “H.C.F. Mansilla. Nació en Buenos Aires en 1942. Ciudadanías boliviana y argentina de origen. Estudió ciencias políticas y filosofía en universidades alemanas. La Universidad Libre de Berlín le concedió la venia legendi en 1976. Fue profesor visitante en universidad de Australia, Brasil, España y Suiza. Es miembro de número de la Academia Boliviana de Ciencias y de la Academia Boliviana de la Lengua y miembro correspondiente de la Real Academia Española y de la Academia Norteamericana de la Lengua Española. Autor de varios libros sobre ecología social y tradiciones político culturales latinoamericanas”.

Todo lo anterior ha sido adecuado exponer, pero de lo que en el fondo se trata es de anunciar que acaba de editar el libro “Filosofía Occidental y Filosofía Andina”, acerca de las cuales añade al pie de la tapa: “Dos modelos de pensamiento en comparación”.

Dada su experiencia y autoridad, al desentrañar sus concepciones y contenidos, resulta que lo hace de la manera más afortunada, en especial en cuanto a intención y al esfuerzo realizado. De esa manera, el lector tiene la opción de comparar una y otra cultura. Así, tiene la oportunidad de coincidir o diferir en ellos. En todo caso, es muy meritorio el despliegue que ha debido efectuar el autor para colocar al lector en la ocasión de realizar tal conocimiento. A la vez, permitirle el conocimiento de sus características y eventualmente la valoración que le suscite conocer sus respectivos alcances.

En todo caso, Mansilla con esta obra exhibe su maestría para permitirle al lector conocer filosofías de dos regiones mundiales tan distantes y diferentes. Seguramente con su lectura podrá establecer cuánto es lo que les acerca y, más todavía, cuáles las diferencias que deben tener. El lector, al leer el libro tendrá la posibilidad de formar un juicio al respecto.

Empero, de todos modos, es un reto situarse en tal situación, pero el mérito que puede tener es enriquecer la cultura personal. De esta forma, no se estaría simplemente ante un ejercicio, sino frente un desafío en cuanto a la valía del juicio que puede tener cada lector.

De hecho, Mansilla pone sobre aviso al lector con la frase de la base que colocó al pie de la tapa del libro, con aquello de que somete al lector a conocer e inclusive dilucidar su juicio acerca de los dos modelos de pensamiento que coloca en comparación.

Aparte de otras impresiones que pueda captar la obra, es de lo más valioso que nada menos que un filósofo, de la maestría que posee Mansilla, coloque al lector ante la posibilidad de comparar o discrepar en dos modelos de filosofía.

Es oportuno referir también que Mansilla fue autor de otros dos libros. En 1967 editó el titulado “Las escuelas neonacistas en Alemania” y en 1970 “Introducción a la teoría crítica de la sociedad”.

Como se podrá apreciar, se trataría de dos obras de enorme valor histórico y cultural. Por lo menos la segunda valdría la pena que la reedite, pues las nuevas generaciones deben tener la oportunidad de conocer algo que les atañe, como es conocer la teoría crítica de la sociedad. El reto mayor puede ser de los egresados de la Universidad desde ese año, para tener a mano un análisis crítico sobre la sociedad, y con ello establecer si siguen siendo iguales o en los últimos 40 años se han producido modificaciones. Como, por ejemplo, cuáles pueden ser y cómo se produjeron o no respecto a la actualidad que vivimos.

 
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