OPINIÓN    

Crónicas del kolla

Un título inmerecido

E. Gerardo Mallea Valle



“Exmo. Sr. Evo Morales Ayma, Senador del Estado Plurinacional de Bolivia”, hay algo en esa expresión protocolar que no encaja adecuadamente en el perfil personal del aludido. Rimbombante como se escucha y embustera como se encuadra, da la sensación que solo satisface los intereses espurios del sexagenario “líder de los humildes”, quien podría asumir el rango de Senador si el fallo de la sala de justicia asignada a su caso le es favorable.

¿Este manto de solemnidad que cubriría al Exmo. Evo Morales, otorgaría algún beneficio para los bolivianos?

Bueno, para los acólitos del MAS los habría evidentemente y --sin lugar a dudas-- para el resto de los bolivianos sería una gran derrota, una debacle política que hundiría al país nuevamente en una corrupción profusa que destrozaría el país hasta dejarlo inerte. Y no es que Evo tome las riendas del país desde su puesto en el Senado, esa no es la conclusión, el hecho evidente es que Evo aun en el exilio es dueño del poder y maniobra los hilos que manejan la administración de este país a su verdadero antojo.

¿Se imaginan la sola presencia del idolatrado Morales en Bolivia?

Solo de imaginarlo, los vellos se erizan; el cuadro que se presenta es dantesco. El fervor casi religioso de las huestes azules se exaltaría de tal manera que llevarían sus acciones criminales hasta el paroxismo, la ya endeble musculatura masista se fortalecería nuevamente y recobraría fuerza; el trópico y el narcotráfico celebrarían el retorno como si fuera Año Nuevo; el temor de las madres en resguardo de sus hijas se acrecentaría y para quienes anhelamos un gobierno democrático, la zozobra y la incertidumbre serían pan de todos los días.

La ceguera de las masas azules y la intención maquiavélica de sus líderes que maquillan admirablemente la conducta delictiva, corrupta y criminal del caudillo, son inadmisibles e inauditas. Las inclinaciones sexuales perversas de este tristemente célebre personaje andino son barnizadas por una capa de justificación cuya etiqueta rotula VIDA PRIVADA. ¿Qué más se puede esperar de estos seres?

¿Quizás mayor corrupción in crescendo, como la que señala Transparencia Internacional?

Ubicado en el puesto 123 del ranking internacional de transparencia, Bolivia es uno de los países con mayor percepción de corrupción en América Latina, según el listado elaborado por la organización Transparencia Internacional.

Con una calificación de 31 puntos sobre 100, Bolivia se posicionó en el peldaño 123, de 180 países evaluados con el Índice de Percepción de la Corrupción (IPC), considerado el indicador global más importante de corrupción en el sector público y que cada año actualiza su listado. ¡Gran logro del gobierno del MAS! Aunque el gobierno actual tiene también su mérito.

Tal vez sea bueno y oportuno recordar la fábula del árabe y el camello, que nos enseña una gran verdad y se aplica al tema de hoy.

En medio de una tempestad en el desierto y con un frío desgarrador, un árabe monta su tienda para guarecerse; a poco rato asoma la cabeza del camello solicitando a su amo que le permita meter su cabeza y el cuello por el intenso frío que padecía y la densa arena que impedía su respiración; conmovido el árabe acepta. Transcurridos unos minutos, el camello vuelve e introduce esta vez parte del tronco y las patas delanteras, solicitando lugar en la tienda, llamando a compasión a su amo. Éste, aunque incomodo, pero conmovido, acepta nuevamente. A punto ya de conciliar el sueño, el árabe es sobresaltado por el insistente camello que le ruega con rostro angustioso permitirle meter el resto del cuerpo. Somnoliento y a regañadientes se arrima a un rincón de la tienda y permite que el camello se introduzca completamente. Grande es la sorpresa cuando el camello una vez dentro arroja afuera y de una patada a su benévolo amo, que se queda soportando la inclemente noche fuera de la tienda.

Moraleja: Un ser abusivo nunca está satisfecho, no hay que dar sino lo justo.

Nos queda un atisbo de esperanza y esperemos que se obre con justicia.

Madrid, España.

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