Sólo hay dos caminos

Franklin J. Sánchez M.

Bolivia en el comienzo del Siglo XXI está inserta en una grave problemática mundial en la nueva era la de la Información, resultado de una revolución científica y tecnológica (lo cuántico) similar a las grandes revoluciones agrícola e industrial, que en el pasado cambiaron totalmente el mundo. Sus efectos son mundiales y repercuten también en nuestro país, afectándole especialmente en la forma y manera de vivir de su sociedad, cuyos efectos externos los sentimos día a día, a veces sin darnos cuenta y sin saberlo.

Es impresionante nuestro desconocimiento intelectual y político sobre los cambios en esta nueva Era de la humanidad, especialmente en nuestros gobernantes. Éstos inciden y distorsionan nuestras personas, sociedad y economía y uno de ellos es el proveniente del crimen organizado, especialmente el de las drogas ilícitas.

Lamentablemente Dios nos dio la coca, arbusto milenario que es la materia prima para la elaboración y fabricación de la cocaína, negocio de gran poderío geoeconómico y geopolítico mundial. Nosotros somos grandes proveedores al mundo, lo que se traduce en nuestro medio como una gran fuente de financiamiento no controlado y de ingresos calculados en promedio de 800 millones de dólares anuales (por 4 cosechas al año de coca, etc.) y acumulativos por los años que financia una economía paralela, que funciona como una rueda ilegal primera o segunda de la bicicleta económica boliviana, lamentablemente muy ignorada por nuestros gobernantes y economistas, etc. para sus análisis y predicciones. Pero últimamente esto ya parece cambiar, por sus efectos notorios (cada vez se captura una mayor población, especialmente pobre, que pasa a depender de tal actividad para sus ingresos, empleo, producción, enriquecimiento y subsistencia) en la estabilidad y crecimiento de nuestra economía.

¿Qué podemos hacer para, por lo menos, detener su crecimiento, cuando tenemos décadas de lucha contra la misma, pero es evidente que la actual estrategia no funciona? Como Estado soberano somos libres de diseñar e implementar políticas y estrategias y es evidente que la lucha antidroga tradicional es inoperante, incluso ingenua, entonces intentemos efectuar un proceso de cambio y siguiendo las actitudes de otros países, iniciemos una frontal guerra para su erradicación y control en nuestro medio.

Declaremos primero un Estado de emergencia para implementar un plan de acción anual global y coordinado con nuestros países vecinos y la ayuda internacional (económica y técnica) e iniciar una erradicación total de los cocales y un barrido de fábricas de droga, sean grandes, medianas y pequeñas, terminando con ellas no sólo en los lugares selváticos, campo, etc, sino en las ciudades y centros urbanos, sin territorios libres y ayllus como naciones semi soberanas, especialmente en el altiplano, con un plazo de un año de erradicación y otro año de repaso y otro de consolidación de dichas medidas.

¿Qué pasaría si fracasamos?, seguiríamos como ahora, con más declaraciones y éxitos ridículos, sin reconocer que el enemigo es cada vez más poderoso. Incluso vemos los fracasos de países vecinos (Brasil, Chile, etc.) demostrándonos que el enemigo no es cualquier cosa y nos va ganando.

Existe otro camino alternativo, que es reconocer el fracaso y enfrentarlo, dejando a un lado prejuicios, discriminaciones falsas, soberbia y autosuficiencia ingenua.

Si es poco lo que podemos hacer ante un enemigo solapado, en las sombras y cada vez más grande y poderoso, gastamos inútilmente ingentes recursos y de paso perdemos cuantiosos ingresos para el Estado, llenando nuestras cárceles de presos y sin control sobre el mundo de la droga. El otro camino es plantearnos, primero ante nosotros mismos, que con la actual política nada logramos; segundo, radicalmente cambiar y plantear ante la comunidad internacional la legalización de la droga y decirles que si ella no puede, entonces ¿cómo nosotros, un Estado débil, con reducida población para su vasto territorio, con extensas fronteras, muy desintegrado por una desordenada geografía y localización poblacional, podemos tener algo de éxito?

Una legalización de las drogas, previamente autorizada por la comunidad internacional, nos ahorraría crecientes gastos para represión y una mayor cantidad de presos en nuestras cárceles, con un creciente mercado de consumo externo e interno, con adictos en aumento, abandonados, sin protección.

Esto permitiría a nuestro Estado obtener ingresos mediante impuestos a esta ahora ilegal actividad. E, cuanto a un promedio de impuesto, en un 50% en todas sus fases de cultivo, producción, comercialización, incluso exportación, etc. Y una mitad de los ingresos de lo recaudado se la destinaría a gastos corrientes del Estado y la otra parte para atención médica, asistencia social y rehabilitación de los actuales adictos (especialmente jóvenes), construcción de albergues y modernos hospitales, internados para la atención y cura de los enfermos, incluso para que vivan los adictos crónicos o en fase terminal, lamentablemente hoy abandonados a su suerte.

Sería muy positivo que el actual Gobierno estudie esta realidad y considere esta alternativa para el presente y también que nuestros intelectuales y opinadores la tomen en cuenta, aunque para ellos parece no existir, y atender cuando alguien se refiere a esta problemática, ya que la libertad de pensamiento y opinión es un derecho constitucional y luchar contra ideas es vano y sólo conduce a que las mismas, sean malas o buenas, se impongan.

La actual estrategia y política de lucha contra las drogas ilícitas no sólo en Bolivia sino en el mundo entero a nada conduce, es un fracaso y el camino al infierno está empedrado de buenas intenciones. Como el actual presidente de Colombia, J.M. Santos, dijo, es como pedalear una bicicleta fija, nada, nada y nada...

El autor es economista.

TITULARES

Usurpado el 7 de octubre de 1970, por defender
la libertad y la justicia.
Reinició sus ediciones el primero de septiembre de 1971.

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