Pululando por El Alto

“Incursiono en una travesía que, para ser honestos, embriaga mi ser de curiosidad. Sin tener papa de idea de cómo llegar a la Ceja alteña abordo un minibús que, por un módico precio, promete llevarme al encuentro con mi amada Estrellita que consiguió un trabajo en dicha urbe y yo, comedido como siempre, me ofrecí a pasar a recogerla en su primer día laboral. Mi primer sobresalto lo sufro en la carretera ascendente donde pareciera que todos los autos cuentan con sistema de aceleración de auto de carreras que incluye nitro o algún compuesto similar, ya que se pasan unos a otros sin clemencia. Claro, esto ocurre hasta que algún bus o tráiler moderno asoma por el retrovisor, momento en que todos los autos menores que, paradójicamente, no llegan a imprimir estas velocidades no les queda otra que recular y dejar la vía libre para los más potentes. Es, sin temor al error, que en esta carretera prima la ley del más fuerte o del más osado.

A mi arribo a la Ceja procuro instrucciones direccionales de las personas para llegar a mi destino pero pareciera que soy invisible o tengo mal aliento ya que todos me evitan. Después de caminar alrededor de cinco cuadras, por fin doy con un policía, que aparentemente no sobran en El Alto. Me indica la dirección que busco donde labura el amor de mis amores; con ansiedad y prontitud me dirijo a su encuentro. Solamente me separa una avenida debidamente señalizada con pasos de cebra y semáforos. Como corresponde, o más bien correspondería, espero que de rojo el semáforo y empiezo a cruzar por el paso de cebra. De la nada me entero que tengo conocimientos y habilidades de ninjitsu y salto largo… las señales de tránsito no las respeta absolutamente nadie, por lo que con brincos y movimientos de karateka de los setenta logro llegar al otro lado de la avenida. Ni siquiera en el lejano Oeste creo que haya sido tan complicado hacer valer las leyes – repongo mientras sigo mi camino y queda una duda ¿Los choferes pensaran que el paso de cebra es un grafiti más de la ciudad que por cuestiones de espacio, algún artista callejero lo pinto en el suelo?”