Martín Santiváñez Vivanco
La integración latinoamericana oscila entre el sueño de Bolívar y el realismo sub-regional. Cuando algún bloque concreto de países latinos decidió aplicar criterios técnicos de gobierno corporativo, el continente avanzó hacia la utopía panamericana. Si, por el contrario, los Estados apostaron por el voluntarismo político, subsidiando la unión en función a móviles ideológicos, la convergencia terminó acentuando fracturas históricas y dividiendo a la región. El bicentenario de las independencias se presenta, sin duda, como una coyuntura adecuada para realizar un balance realista sobre los aspectos positivos y las no pocas quimeras de los procesos políticos que intentaron, desde el Congreso Anfictiónico de Panamá, una integración real latinoamericana.
La IV Cumbre de la Alianza del Pacífico, protagonizada por Perú, México, Chile y Colombia (con Panamá y Costa Rica de países observadores), no sólo consolida un área de libre circulación de bienes, servicios, capitales y personas. La Alianza se transforma, en virtud a su capacidad económica (200 millones de habitantes, el 55% de las exportaciones latinas y un PIB superior a 1,7 billones de dólares), en un entorno viable de unidad regional que responde a la lógica correcta del posibilismo comercial.
El fortalecimiento de un área de libre comercio que promueva los intereses latinos en la cuenca del Asia-Pacífico (la Alianza exportó 71.000 millones de dólares a Asia en 2011) supera la ratio geopolítica del ALBA y la reemplaza por un enfoque, en esencia, geoeconómico. La apuesta por la inclusión social a través del libre mercado, la defensa del Estado de Derecho y la democracia como modelo de desarrollo son pilares de este nuevo bloque inspirado en el viejo lema aprista de “pan con libertad”. No en vano Alan García, el ex presidente peruano, fue uno de sus principales impulsores.
¿La Alianza PEMECOCH nace para liquidar al ALBA chavista? Si es así, está condenada al fracaso. El activo fundamental de esta unión incipiente es su vocación técnica, posibilista, comercial. CELAC, MERCOSUR, la CAN y la propia UNASUR son bloques mediatizados por la política coyuntural, instrumentos de elites dirigidas por el impulso electoral. A lo largo de la historia latina, la ideología influye en los afanes de integración, distorsionando el análisis del panorama, desperdiciando los recursos y comprometiendo la estrategia.
Los PEMECOCH tienen ante sí la oportunidad de construir, lentamente, un espacio de influencia viable, de objetivos definidos a largo plazo. Si la política invade este afán fundacional, el bloque colapsará por sus debilidades intrínsecas. Por eso, para superar en eficacia otros modelos de integración, la Alianza del Pacífico debe centrarse en la dimensión económica, postergando para el futuro la dialéctica política. De surgir un balance positivo, el escenario del poder en Latinoamérica se transformará, creando nuevos equilibrios, problemas y posibilidades.
El autor es investigador del Navarra Center for International Development de la Universidad de Navarra.
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