Analista dice que hay más trabas que apoyo a los emprendimientos pequeños

Comerciantes prefieren la informalidad por rentabilidad y para evitar burocracia

En el área urbana más del 55% de las personas que trabajan lo hacen en el comercio que no está fiscalizado por el Servicio de Impuestos Nacionales.


UNA GRAN MAYORÍA DE LOS COMERCIANTES NO TRIBUTA AL ESTADO.

Teresa tiene 45 y vende anticuchos hace 30 años, comienza el día muy temprano y termina casi al amanecer. Cada cinco minutos un nuevo cliente se acerca a su puesto y compra por lo menos un plato de 6,50 bolivianos. Al terminar no queda nada del producto que les da de comer a sus tres hijos. Teresa, en un buen día, gana más que muchos otros trabajadores y, tal vez por eso, se dedica a un negocio informal.

Según datos de la Unidad de Análisis de Políticas Sociales y Económicas (Udape), el 55,7% de las personas que declaran trabajar en el área urbana, realizan sus actividades en el sector informal, en pequeños emprendimientos o son dueños de un pequeño negocio.

Estos datos fueron confirmados el año pasado por una investigación de la Fundación Unir, que registró que en El Alto existe un 70% de informalidad, es decir, que las personas inventan día a día una nueva forma para generar ingresos.

BUROCRACIA

De acuerdo al analista económico, Julio Alvarado, parecen existir más trabas que apoyo a los emprendimientos que desean dar el paso de la informalidad a la formalidad. El entendido hace referencia a los trámites burocráticos y a los costos que implican el registro comercial de un negocio.

“Las trabas para evitar que los emprendimientos salgan de la informalidad a la formalidad son naturalmente los trámites burocráticos. Hay demasiados trámites burocráticos para que las empresas sean formales y por otro lado, el costo, porque uno tiene que registrar en Fundempresa, en la Alcaldía y en Impuestos Nacionales”, afirma.

En cuanto al tema tributario, el empresario textil, Jesús Acosta, señaló que a este sector afectan los diversos impuestos, toda vez que estos inciden en el costo final de las prendas.

“De las exportaciones que hacemos, también nos cobran una comisión, o en su defecto pagamos doble porque nuestro cliente paga el registro en Estados Unidos y el banco con el que trabajamos, al traer esa plata de Estados Unidos, también nos va a cobrar algo a nosotros. Independientemente también tenemos el Impuesto a las Transacciones Financieras en materia de dólares, entonces son dos impuestos que tenemos, uno que corresponde al tema cambiario y otro que se cobra a partir de los 2 dólares”, apuntó.

Alvarado agregó que es recurrente el incremento de impuestos al sector formal en lugar de afianzar el universo impositivo y facilitar que una mayor cantidad de empresas paguen impuestos.

“Lo que hacen es cargar al sector formal con más impuestos, además es al que más lo controlan. En un restaurante formalmente establecido, le hacen controles diarios pero a esos emprendimientos que no están legalmente establecidos no se le hace ningún tipo de control”, apuntó.

COSTOS

Por su parte, la investigadora senior del Instituto de Estudios Avanzados en Desarrollo (Inesad), Kathlen Lizárraga, explica que el hecho de ser informal facilita la reducción de los costos de producción y contratación, pero eleva los costos de transacción, puesto que no se paga impuestos, no se tiene un contrato laboral, por lo cual tampoco se tiene un acuerdo con el trabajador, no se pueden participar el licitaciones, compras ni exportaciones.

“En general se ha demostrado que la informalidad representa un costo grande cuando se quiere crecer en la actividad, sobre todo la productiva. Esta parece ser la situación en Bolivia, puesto que no de otra manera se explica que con una cartera de depósitos que el 23 de abril de 2012 alcanzaba a 12.276 millones de dólares (9.320 en el Sistema Bancario y 1.946 en el no Bancario), las cifras de inversión sean tan conservadoras y la precariedad del empleo tan grande”, señaló.

A partir de una evaluación de la situación boliviana, Lizárraga señala que la profusión de emprendimientos informales, frente a los formales, respondería por lo menos a dos elementos: no existen instituciones que canalicen el ahorro hacia la inversión y los costos al ser formal son mayores que los que se tienen cuando se es informal.

“Con relación al primer elemento, en Bolivia, la bolsa está diseñada para transar títulos valores que se negocian sobre todo en mercados secundarios. Yo, ciudadana de a pie, no puedo participar comprando ni vendiendo acciones directamente, tan solo a través de los fondos de inversión que manejan las SAFIs y que están constituidos en mucho, por acciones de los mismos bancos. Entonces no existen las instituciones que respalden este deseo de participar en el sector productivo y de canalizar los ahorros hacia esa actividad”, acotó.

 
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