La fotografía del Censo

Recuerdo que mi pariente espiritual me dijo antes de partir a Quillacollo: “no se olvide, compadrituy, que el INE nos ha enseñado que el Censo será una fotografía del país y que por eso todos debemos estar posando para figurar en ese documento gráfico, a la espera de que el fotógrafo nos diga “sonrían, chicos, y miren aquí a la espera de que salga el pajarito...”.

Como siempre, creí ciegamente en lo que me dijo mi comadre y posé con mi familia para los fotógrafos del Instituto Nacional de Estadística, seguro de que el Censo nos daría a conocer auténticamente lo que es Bolivia el día que la censaron por el módico precio de veinte millones de dólares que nos prestamos del Banco Mundial.

Imaginando las primeras pruebas del Censo vi a un país desorganizado y anárquico, ya que a lo largo de muchos años, incluidos los casi siete que gobierna el presidente Evo, el 70 por ciento de nuestro territorio anda en litigios fronterizos y es por eso que en la fotografía de Bolivia veremos rostros heridos y ojos amoratados de orureños, potosinos, cochabambinos, chapareños, benianos, yacuibeños, paceños, cruceños, alteños, tarijeños, etcétera, sin un reconocimiento legal de su propiedad territorial.

Imaginando la fotografía censal y los rostros heridos en la víspera, buscaremos en el testimonio gráfico a algunos parientes, pero no los encontraré porque el Censo nos enseñará un paisaje humano dividido y subdividido en mil fracciones, donde unos son aymaras, otros quechuas, guaraníes, ayoreos, sirionós, etcétera, etcétera, hasta llegar a a las 36 naciones aborígenes reconocidas por la actual Constitución Política, existiendo igual número de idiomas oficiales en este laberinto geográfico que se llama Estado Plurinacional al cual pertenecemos los bolivianos.

Como prueba de eficiencia fotográfica y eficiencia administrativa, la fotografía del Censo recién será revelada en los laboratorios del Instituto Nacional de Estadística dentro de seis meses.

Yo quería verme en esa foto, donde también aparecerá mi comadre Macacha en el sector de Quillacollo, luciendo su apostura quechua, aunque me temo que yo no apareceré porque cuando el encuestador censal me preguntó a cuál de las 36 culturas ancestrales yo pertenecía, preferí responder humildemente que a ninguna. O sea que temo mucho que no apareceré en la fotografía oficial del Censo que se realizó ayer y lo que más bronca me da es que los admiradores de mi comadre podrán ver el rostro sonriente de la cholita cochabambina en el sector de Quillacollo.

El Censo fue la fotografía de un país desorganizado y enfrentado, lo cual causa tristeza.