Un estudio advierte

La presión arterial puede ser tan letal como el VIH


(Europa Press).- La respuesta de la mayoría de gobiernos y agencias internacionales para combatir la presión arterial alta o hipertensión es un poco mejor que la reacción ante el virus de la inmunodeficiencia humana (VIH)/Sida hace 20 años, que fue escasa y tardía, según un grupo de expertos. Sin embargo, a su juicio, hay una “negación” y malentendidos sobre el impacto de la hipertensión, a pesar de que el número de muertes atribuibles a esta condición a nivel mundial en los próximos 20 años puede exceder sustancialmente la cifra de VIH/sida.

Ambas enfermedades pueden también ser tratadas y manejadas como enfermedades crónicas a través de una combinación de tratamiento farmacológico y cambios de estilo de vida, pero los autores de un nuevo informe publicado en ‘International Journal of Epidemiology’, expertos en política social, desarrollo internacional, salud pública y VIH, plantean que la hipertensión podría ser la nueva epidemia como lo fue el VIH.

“Se ha sugerido que valiosas lecciones para la hipertensión podrían ser tomadas de políticas sobre el VIH/sida. Sin embargo, hay pocos indicios de que están siendo tenidas en cuenta. Nuestra respuesta a la epidemia mundial de la hipertensión parece poco mejor que nuestra respuesta al VIH/sida hace dos décadas: demasiado poco y demasiado tarde ¿Podemos despertarnos antes esta vez, antes de que millones de personas hayan muerto?”, escriben en su artículo titulado ‘¿Es la hipertensión la nueva epidemia de VIH?’.

“El VIH es una de las principales prioridades de la salud mundial y es reconocida como una seria amenaza a la salud pública y muchos países pobres en desarrollo. La hipertensión es vista como una enfermedad de Occidente, de la prosperidad y, por tanto, de poca relevancia para los países más pobres. Esto a pesar del creciente cuerpo de evidencia de que la prevalencia en los países más pobres están avanzando rápidamente”, argumentan.

El profesor Peter Lloyd-Sherlock, de la Universidad de East Anglia (UEA), Norwich, Norfolk, Inglaterra, y los profesores Shah Ebrahim y Heiner Grosskurth, de la Escuela Londinense de Higiene y Medicina Tropical (Lshtm), en Reino Unido, dicen que el hecho de que la hipertensión es una enfermedad no transmisible y los factores de comportamiento asociados a ella, como la obesidad, la falta de ejercicio físico y una dieta deficiente, hacen que sea difícil convencer a los financiadores y los contribuyentes ayudar a las personas que “comen y fuman demasiado”.

Cuando los programas nacionales de control de las enfermedades no transmisibles se establecen, la mayoría sigue siendo una prioridad menor y su aplicación “se arrastra con una lentitud frustrante”, una situación que argumentan estos expertos es una reminiscencia de la lenta acumulación de los programas de control del sida antes de 1990.

“Mientras que la hipertensión no es una enfermedad infecciosa, las conductas de riesgo asociadas con ella se están extendiendo rápidamente y parece que se transmite con tanta eficacia como agentes infecciosos”, alertan.

“El VIH se enfrenta a la negación política y la incomprensión del público en los primeros años de la pandemia, especialmente en algunos países más pobres. Hay un patrón similar de negación de la hipertensión. Esta negación se basa en la visión equivocada de que la hipertensión no afecta a los grupos sociales más pobres. Sin embargo, hay pruebas sustanciales de que es altamente prevalente entre los grupos más pobres y que tienen menos probabilidades de acceder a un tratamiento eficaz. Al igual que con el VIH, la hipertensión puede ser tanto una causa como una consecuencia de la pobreza”, agregan.

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