[Juan Carlos Tapia]

Sedición militar y el socialismo


Los miembros de Asinalclas al plantear corporativamente ciertas demandas al alto mando no observaron debidamente el conducto regular y las normas establecidas, además que incurrieron en una torpe transgresión a sus leyes, y de acuerdo con el código Banzer en vigencia, la comisión del delito constituye “sedición o motín militar”, y no merecen ninguna consideración por haber aparentemente perdido todo sentido de ubicación, desconocer sus leyes, doctrina y reglamentos; hacen suponer una paupérrima formación profesional. Tales delitos merecen severas sanciones, para que nunca más se repitan. Se ha querido imitar a otra institución de los “motines”, que estando sus miembros en servicio activo, estudian otras profesiones, distrayendo sus funciones y eficacia, engañando al Estado que paga por lo indebido.

A sabiendas de que la jerarquía militar mantiene peculiaridades en cada nivel de jerarquía, maliciosamente se confunde subordinación con discriminación, cuando todos sin excepción son objeto de los embates de la profesión, un medio donde se forja el temple y el carácter. Pretender cambiar los principios morales que devienen desde la creación de la República, es destrucción. Los militares se preparan para la guerra, contando siempre con la valoración de su capacidad técnica que deriva de su sacrificada formación. Son hombres de armas que miden la fuerza espiritual que dimana de las virtudes humanas. Un ejército pobre de un país pobre exige sacrificio y gran espíritu combativo, sin embargo supuestamente querrán combatir con un ejército de licenciados, ingenieros, etc., etc., lo que es un craso error.

La carrera militar es un sacerdocio de entrega y lealtad, por eso es especial y diferente a cualquier otra profesión. Personal que postula a la carrera militar lo hace por vocación y entrega, consciente de la verticalidad de la disciplina y la exigente formación castrense. Podían haberse evitado la frustración de la extra aspiración profesional, ingresando a la universidad antes de presentarse a la institución armada, tomando en cuenta que tal pretensión es humana y natural, pero dentro de esa institución provocarían distracción y distorsión de su misión y función específica. Finalmente queremos tener un ejército de disfrazados sin espíritu y sin lealtad forjada. He aquí la descolonización populista.

Las Fuerzas Armadas como Institución Tutelar obedecen al mandato de la CPE, a sus leyes, códigos, principios y reglamentos, basados en jerarquía, disciplina y subordinación, y todo ascenso al siguiente grado otorga funciones y privilegios de mando, niveles que hacen a la dinámica de su organización y desenvolvimiento. De aquí deriva la importancia de evitar que el tiempo de paz ocasione el pernicioso aflojamiento institucional. Es oportuno capacitarse mejor y llenar útilmente el deber de vencer, no podemos abstraernos a cualquier eventualidad de una sorpresiva guerra, haciéndose inevitable, forzosa e indispensable la revisión, modificación y actualización de la Lofa, hacia una nueva doctrina de la guerra moderna y definir el verdadero perfil del soldado boliviano.

En 1952 el MNR cuasi comunista destruyó al ejército, luego por asegurar su permanencia política creó las famosas milicias armadas, como equilibrio y neutralización frente a la supuesta actitud reaccionaria de los militares, incorporando a sus filas a milicianos sin capacidad, creando caos y división institucional. Quince años bregando para recuperación moral y espiritual, poniendo fin al festín revolucionario el Gral. Barrientos. Luego en la odisea udepista, suboficiales instigados por la consigna comunista e izquierdas, en acto de sedición y levantamiento, propusieron el exterminio de militares de derecha. Sólo la visión patriótica del Dr. Siles evitó semejante drama. En ambas ocasiones las Fuerzas Armadas fueron víctimas de la perniciosa y destructora acción del comunismo socialista.

No dudamos que la mano ominosa del comunismo socialista está detrás de este “motín”, primero para lograr el control total del poder y la destrucción de la institucionalidad, luego de las FFAA como objetivo principal, lo que después de una serie de hechos arbitrarios, a título de populismo descolonizador, derrumba la verticalidad de su disciplina, irrumpe y vulnera hasta llegar al extravío de la ética y moral, haciendo de los generales del alto mando sumisos y domesticados ideológicamente, que declaran a su institución como “socialista, anti neoliberal y anti imperialista”, echando al basurero la razón de ser de su institución armada. Toda una aberración y traición como delito de lesa institución. Esto es destruir a la institución.

Haciendo de lado tan nefastos agravios de todos los procesos políticos, esperamos que los buenos militares amantes de su institución insuflen una renovadora mentalidad de recuperación de principios morales y espirituales, paradigmas que siempre guiaron el destino institucional, evitando en lo posible convertir a la institución en la podrida guardia pretoria de gobiernos carcomidos por la corrupción y la inmoralidad. Dios guarde a las FFAA.

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