Ya es casi imposible que haya informaciones fidedignas de YPFB sobre las posibles reservas de gas que tiene el país; tanto se ha dicho que las cifras bailan diversos compases y nadie se entiende; pero, entretanto, la demanda es siempre mayor, empezando por la necesaria cobertura del consumo nacional que no alcanza para atender las mínimas urgencias y, menos, para planificar entregas para explotación del hierro en el Mutún y para cubrir las demandas de las empresas de cemento.
Pero todo hace ver que la propaganda busca “cubrir las falencias que tenemos de gas”, porque el Presidente dijo que “hay países centroamericanos que se interesan por el gas boliviano”; esto quiere decir que necesitan gas y, tal vez, nosotros podamos proveerles, lo que es utópico. Por otro lado, el Vicepresidente del Estado en su periplo por Europa dijo que “ofrecería a los países europeos venderles gas, en reemplazo del que dejaría de vender Rusia”. Este tipo de fantasías y optimismos no condicen con la alta investidura de ambas autoridades; pero como las necesidades pre-electorales parece que así lo exigen, no se vacila en ofrecer lo que no se tiene ni en proyectos lejanos.
Nuestra Constitución es clara en sentido de que “se debe dar prioridad al consumo interno del gas y luego pensar en exportarlo”; sin embargo, vendemos al Brasil 32,4 millones de metros cúbicos y a la Argentina 17,7 millones de metros cúbicos de 27,7 comprometidos y que, una vez concluido el gasoducto que debe construir Argentina, nuestro país deberá venderlos diariamente. Por otro lado, se entiende que el consumo interno apenas llega a 10 millones de metros cúbicos diarios y, como corolario, tenemos que nuestra producción es solamente de 62 millones de M3s. Entonces, ¿de qué cuantiosas reservas se habla, inclusive para vender gas a Europa?
El Brasil estaría dispuesto a comprar hasta la totalidad de nuestra producción y la Argentina podría fácilmente llegar a los 27,7 comprometidos, debido a las urgentes necesidades que tienen del energético; pero ambos países saben que Bolivia no posee las reservas necesarias y lo que produce apenas alcanza para cumplir los contratos. Los valores de las reservas de gas certificadas por el consultor externo canadiense que se adjudicó este trabajo son desconocidos hasta ahora.
El problema es grave; sin embargo, no hay informaciones precisas sobre inversiones que estén haciendo YPFB y las empresas petroleras que explotan el gas en labores de prospección, exploración y menos apertura de nuevos pozos. ¿Qué esperan? ¿Que los precios bajen y, además, que se sequen los pozos que hasta ahora producen? El tema es claro y contundente como para esperar a “las calendas griegas”.
Mientras el país no exija, clara, terminante y categóricamente a las empresas petroleras internacionales que aún trabajan en Bolivia que inviertan en la búsqueda de nuevas fuentes gasíferas, que para ello cuentan con concesiones de áreas que, bien se sabe, tendrían petróleo y gas. Como van los problemas en el momento, hay que vislumbrar graves consecuencias en el futuro inmediato.
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