Claramente todos los días tenemos muestras, a lo largo y ancho del territorio nacional, sobre las pruebas de desinstitucionalización del país. Al abrir las páginas de cualquier periódico o escuchar noticias, uno se encuentra con titulares de “bloqueo aquí o bloqueo allí”, “retención de autoridades”, pugnas interdepartamentales por unas pocas hectáreas, indefinición de límites entre municipios, etc., etc. Todo ello parecería una actitud de desintegración nacional muy peligrosa, una especie de suicidio colectivo de la comunidad nacional, en torno a intereses prosaicos o mezquinos.
Un problema reciente y destacado fue la retención del Rector de la UMSS en Cochabamba, con objeto de obligar al Consejo Universitario a que apruebe recursos provenientes del IDH, en beneficio de los estudiantes, y de la FUL local. Uno se pregunta: ¿la universidad es un centro de educación superior o un centro de beneficencia? Los estudiantes acuden a ella para formarse, de la manera más calificada posible, por tanto si tienen alguna demanda, debería ser para mejorar esa educación, como por ejemplo ha sucedido en Chile, pero no para demandar recursos que proporcionados a estos centros estudiantiles conducen a la corrupción.
Otras noticias recientes nos informan del conflicto entre los transportistas de Sucre y la empresa local de cemento, FANCESA, debido a lo cual bloquean toda la ciudad. Dos grupos específicos, ¿por qué no pueden resolver sus problemas mediante el diálogo o con la intermediación de otras autoridades locales como la gobernación o el municipio? No, un titular señala:” Transporte pesado cerró todos los accesos a Sucre”. Por este bloqueo la comunicación terrestre con Santa Cruz, Cochabamba, Potosí, Oruro y La Paz se encuentra interrumpida. ¿A quién beneficia este cerco. Parece que a nadie.
En Uyuni persiste un bloqueo que cierra las rutas de circulación hacia el exterior e interior del país, con lo cual se perjudica el movimiento del comercio internacional y el movimiento de turistas, decisivo en la economía de la región. El motivo es que se solicita que el proyecto de terminal de buses que estaba en construcción en pleno centro de la ciudad, sea trasladado a otro sitio. Parece un pedido razonable, pero ha habido enfrentamientos entre grupos distintos, dejando varios heridos. Resultado: daño a la región, los transportistas y la economía del país.
En Cochabamba, el cerro de San Pedro está siendo invadido por familias que desean construir sus viviendas, en esta reserva natural ubicada en un sitio muy céntrico. Es como si en Nueva York ocuparan y deshicieran ese hermoso espacio verde del Parque Central.
En Oruro existen periódicas peleas entre municipios vecinos con Potosí, por unas pocas hectáreas donde se cultiva quinua. ¿No es posible reconocer los derechos de aquellos que sembraron ese valioso pseudo cereal que ahora tiene una excelente cotización en el mercado nacional e internacional?
En La Paz, ciudad sede de gobierno (¿?) un editorial reciente de EL DIARIO expresa: “Sin freno invasiones a La Paz”, nota que apunta que los “distritos afectados son Caliri, Bolognia, Callapa, Chichaya, Calacoto, Arantaya, San Miguel. Los loteadores se reparten Huantaqui, Rosales, Pradera, Flor de Irpavi. ¡Simplemente insólito!
Definitivamente es un suicidio colectivo que acaba haciendo daño a la economía, a las fuentes de trabajo, a la convivencia social sana, en un país con una densidad poblacional de un poco más de 1 habitante por Km2. ¿Qué pasa con el país? Parecería que alentados por el “sentido plurinacional”, el país va camino a su desagregación.
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