[Luis Antezana]

El largo proceso de la nacionalización de la minería


Constituye una obligación hacer algunas aclaraciones acerca de sucesos históricos trascendentales de la historia contemporánea de Bolivia. Uno de ellos es el referido a la nacionalización, el 31 de octubre de 1953, de la gran minería que estaba en propiedad de la oligarquía del Estaño, por el gobierno del presidente constitucional Víctor Paz Estenssoro, jefe del partido Movimiento Nacionalista Revolucionario (MNR).

En primer lugar está establecido que la primera propuesta para nacionalizar las minas la realizó en 1909 José Luis Tejada Soriano en el libro “Después de la crisis” (publicado en Londres, Inglaterra), que fue criticado por el minero Avelino Aramayo, quien tuvo el respaldo del ministro de Hacienda Benedicto Goitia. En ese libro, Tejada criticó al régimen colonial y señaló: “Nuestras industrias extractivas casi en su totalidad, sólo obtienen materias primas que para ser transformadas deben tomar el camino al extranjero. Los alimentos que consumimos, con muy marcadas excepciones, los vestidos que gustamos, todos los objetos, en fin, de primera necesidad o de lujo, que empleamos para la vida no los producimos dentro de nuestro territorio y debemos importarlos”. Enseguida agregaba: “Bolivia debe, pues, por todos los medios a su alcance, afrontar resueltamente una política eminentemente nacionalista, al sentar las bases de su desarrollo económico” y llamaba a formar un partido político que nacionalice las riquezas naturales.

Una segunda propuesta para nacionalizar la minería se realizó en 1919, durante el gobierno de José Gutiérrez Guerra por medio del ministro de Hacienda, Darío Gutiérrez, quien sostuvo que era “preciso nacionalizar la explotación minera”, agregando: “La cuestión se resume en este programa, sencillo en su enunciación, aunque de vastísimos alcances: ¡Nacionalizar la explotación minera!”. Esa propuesta produjo una crisis política que determinó la caída de ese gobierno (12 de julio, 1920).

La consigna de nacionalizar las minas fue por entonces una necesidad histórica impostergable. El gobierno de Bautista Saavedra intentó algunas medidas, pero la presión de la “rosca” impidió que sean aplicadas. En ese tiempo, un escritor reiteró la idea en un folleto que escribió en 1924 en Saint-Jaean de Luz, y publicó en Bruselas en 1926 bajo el seudónimo Tristán Marof, con el título “La Justicia del Inca”. La sugerencia decía “Tierras al pueblo. Minas al Estado” y no tuvo repercusión, hasta que el Congreso de Estudiantes de Cochabamba en 1928 tomó la iniciativa para que la aplique el gobierno de Hernando Siles.

Esas dos proposiciones no prosperaron hasta que en 1939, el gobierno de Germán Busch, por iniciativa de los fundadores del MNR, dictó el decreto de control del cien por ciento de divisas de la minería (7 de junio), disposición que constituyó un paso importante, pero que no nacionalizó la minería.

El intento de Busch no prosperó por muerte del mandatario y el decreto de 7 de junio fue anulado al retorno al poder de la hegemonía de los Barones del Estaño. Sin embargo, como reacción a esa contrarrevolución, los nacionalistas renovaron la propuesta de nacionalizar la minería y fundaron el MNR, mientras otros partidos se pusieron, directa o indirectamente, al servicio de la oligarquía. Enseguida, el MNR tomó el poder con Gualberto Villarroel (20 diciembre, 1943), y repuso la aplicación del decreto de 7 de junio.

Empero, ese nuevo esfuerzo fue anulado por la asonada del 21 de julio. Entonces el MNR, ferozmente perseguido, planteó nacionalizar las minas, propuesta que iba más allá del control de divisas. La propuesta movilizó al pueblo y en particular a los mineros, con el objetivo de llegar al gobierno y nacionalizar el total de la minería. Esa propuesta provocó la insurrección del 9 de abril de 1952 que puso al MNR en el poder, partido que, en medio de ciega oposición interna y externa, seis meses después nacionalizó la minería (31 octubre, 1953).

Esa medida no sólo nacionalizó las minas, sino eliminó el Súper Estado, nacionalizó el Estado, creó el Estado nacional, hizo que los bolivianos dejen de ser colonos y recuperen su libertad, devolvió al pueblo boliviano las riquezas naturales, hizo de Bolivia una Nación en sustitución de la condición de colonia en que se encontraba hasta entonces. También abrió el camino para la reforma agraria que hizo pasar al país del feudalismo a la democracia. En esa forma, el MNR, cuando todavía era revolucionario, no sólo planteó la nacionalización minera, sino la realizó después de 50 años de proclamas líricas de la “izquierda” que, en diversas oportunidades, pese a hablar de nacionalizar las minas, devolvió el poder a la “rosca” minera (junio, 1930 y julio, 1946). Esa misma corriente de “izquierda”, en noviembre de 1964, derrocó al MNR y desnacionalizó las minas. Así, se puso fin a la nacionalización minera.

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