[José Alberto Diez de Medina]

Guerra entre españoles en 1824


Al virrey Fernando de Abascal, Marqués de la Concordia, lo sucedió, en el mandato del Virreinato del Perú, el teniente general Joaquín de la Pezuela, pudoroso militar español que derrotó a las fuerzas patriotas enviadas por el Gobierno del Río de la Plata al Alto Perú, en Vilcapugio, Ayohuma, y Viloma, famosos ejércitos argentinos comandados por Belgrano, Castelli y Rondeau entre otros oficiales patriotas.

En 1816 llegó procedente de España el teniente general José de la Serna, con un séquito de famosos militares españoles, héroes frente a las fuerzas napoleónicas, que habían combatido en diversas batallas, algunos bajo órdenes del general inglés Wellington en España, partícipes en los sitios de Zaragoza y Gerona.

Esta pléyade de oficiales españoles que conformaban el Estado Mayor de La Serna, pertenecían a una nueva y moderna táctica militar, los más de ellos, nada absolutistas y contrarios a las practicas demagogas, del ejército español absolutista totalmente.

El general La Serna y su séquito de oficiales fueron recibidos por el virrey Pezuela, con mucha consideración y el aparato propio del Virreinato.

Oficiales de escuela y de carrera, liberales en sus ideas, La Serna y sus oficiales no simpatizaban con el dominio absolutista del Pezuela, y éste no los consideraba lo mejor del ejército español.

Lamentablemente, los éxitos de Pezuela fueron mermando por las continuas derrotas sufridas por su ejército, en tal sentido fue cambiado el general español Juan Ramírez y Orozco Comandante del Ejército del Perú, por el general La Serna. Ramírez había sido nombrado presidente de Quito, por su majestad Fernando VII, y su alejamiento fue criticado por los generales españoles de la antigua escuela, entre ellos los generales Pedro Antonio Olañeta y Mariano Ricafort.

En 1817, el Gral. San Martín, al pie de la Cordillera de los Andes, se disponía a trasponerla para dar libertad a Chile, y avanzar sobre el Perú; asustando tanto a Pezuela, quien no pudo lograr que su ejército impidiera el desembarco de las tropas patriotas en el Perú, y más aún cuando en 1821, San Martín amenazaba el Callao. Pezuela aterrorizado no pudo dirigir adecuadamente al ejército español.

En tal sentido, los jefes principales del ejército español, el 29 de enero de 1821, bajo las órdenes del teniente general José de Canterac, jefe de Estado Mayor, decidieron separar de su cargo de General en Jefe y de Virrey del Perú a Joaquín de la Pezuela, nombrando en su lugar al General en Jefe del ejército, José de La Serna.

El acta de destitución fue firmado por más de 50 oficiales españoles , liberales, y de la nueva escuela. En España se confirmó el nombramiento, pero en forma provisional. Frente a este acto, el Gral. Pedro Antonio Olañeta, absolutista por excelencia, sin ser militar de carrera, español pero de lucha en América, protestó y se declaró Comandante en Jefe del Ejército del Sur. Olañeta había sido un militar bajo las formas de guerra de Goyeneche y Pezuela.

El Gral. Pedro Antonio Olañeta fue halagado y solicitado por La Serna y el Generalísimo Jerónimo Valdez; era un militar considerado indispensable en el sur, comerciante y contrabandista, había sido conocedor de todos los pasos y sendas desde el Desaguadero hasta Salta, fieles eran sus peones gauchos de sus posesiones. Era considerado un guerrillero audaz y valiente, querido y estimado en Tarija y los Chichas, donde el semillero de combatientes a caballo era de mucha valía.

Por el ultraje a su virrey, a la Corona y su carácter de absolutista, no podía tolerar a liberales dentro del ejército español.

Ingresó a Chuquisaca, tomó Potosí, y envió una nota a La Serna, manifestando que él sólo obedecería a su rey y señor Fernando VII, y que no permitiría el cruce del Desaguadero de ningún ejército, sea español o patriota. Ingresó a La Paz, observando desde allí los últimos acontecimientos.

El ejército del Gral. Pedro Antonio Olañeta era fuerte con 5.000 hombres, con dos lugartenientes militares españoles absolutistas: los coroneles José María Valdez, alias Barbarucho y Carlos Medinacelli.

Si el Gral. Pedro Olañeta hubiera concurrido a la batalla de Ayacucho, el triunfo patriota quizá no se hubiera realizado, ampliándose por más tiempo la lucha por la independencia.

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