[Alberto Zuazo]

Punto aparte

América Latina sin paradigmas


América Latina es un continente, por su unidad geográfica, idioma (exceptuando a Brasil) y religión. Está constituida por 20 países, que en conjunto se extiende en 22.222.000 Km2 y una población global de 605.353.424 habitantes. Tiene límites con los océanos Pacífico y Atlántico y el mar Caribe.

Este conjunto de datos podría dar a suponer que en el escenario global ejerce un poder, pero no lo es, aunque imperativamente debe serlo. La enorme limitación que tiene es su desagregación y hasta fragmentación, más o menos como sucedía en la historia antigua de Grecia. Apenas son ciudades-estados (polis).

La falta de unidad en su desarrollo y crecimiento se debe a que carece de paradigmas. No es un modelo de continente, a pesar de tener todas las cualidades para serlo y constituirse en un factor de influencia y hasta de dirección en el destino del planeta Tierra.

Cuenta nada menos que con 21 organizaciones regionales: OEA, ALADI, ALLC, APEC, BID, CARICOM, CEPAL, CSN, FAO, FLAR, G3, Mercosur, OECA, OECO, PARLATINO, UNASUR, SEL, TLC, CELAC y SICA. Empero, más funcionan como siglas, en vez de ser organismos operativos que tracen las líneas conductoras de los intereses y aspiraciones de los 20 países que lo integran.

Brasil, territorialmente el más extenso, podría ser el mayor referente del área, no obstante que se diferencia por el idioma, el portugués, al haber sido colonia de Portugal, siempre trató de ser un factor de cohesión; tiene los títulos necesarios para ejercer el liderazgo regional. Pero el hecho de que el resto de los países sólo miren hacia adentro de sus fronteras y no coincidan en sus políticas como continente, determina que ni siquiera Brasil, dada su privilegiada posición de influencia, hace los esfuerzos necesarios para concertar entre todos la vitalidad del poderío continental que debería merecer.

Puede que otros factores hayan influido también para la desagregación actual. Tiene grandes variaciones climáticas, económicas, étnicas, políticas y sociales. De ahí que no pueda hablarse de un bloque uniforme, al menos en la actualidad.

Estos mismos elementos y otros más caracterizaron a Europa, por cientos de años, al extremo de haber sido escenario de grandes conflagraciones bélicas. Sin embargo, como demostrando que este es un tiempo de madurez, al presente tiene constituida la Unión Europea, con la participación de 28 países, tan diversos como América Latina. Se justifique o no históricamente, su avance llegó a más. Es la cuna de la Globalización Económica, a la que virtualmente concurre el resto de los continentes, siempre a pesar de las diferencias.

América Latina no podía quedar aislada del proceso, pero ni aun así le llega la hora del despertar para erigirse como potencia emergente. De esto último se habla mucho, pero nada tiene que ver con su rezago, por carecer del paradigma que le sirva de instrumento y cauce para discurrir en la vida de igual a igual con los demás, y no quedar subsumida en la dispersión.

En la filosofía de la ciencia, por ejemplo, se hizo famosa la teoría de Thomas Samuel Kuhn (1922-1996). Según su obra “La estructura de las revoluciones científicas”, de 1962, debe producirse una revolución científica cuando un modelo explicativo se agota, entonces se opta por un nuevo paradigma. Consideró a los paradigmas como realizaciones científicas universalmente reconocidas que, durante cierto tiempo, proporcionan modelos de problemas, pero la comunidad científica se encarga de solucionarlos.

En astronomía hubo también varis paradigmas: Aristóteles trabajaba con el modelo o paradigma geocéntrico, según el cual todo gira alrededor de la Tierra. En tanto que Copérnico, con un nuevo paradigma heliocéntrico, sostuvo ¿o confirmó? que todo gira alrededor del Sol.

En el presente enfoque sobre América Latina, se extraña la ausencia de un paradigma que encauce el poderío que debe revestir como continente. Con las breves citas anteriores, se trata de incidir en la urgencia de que se adopte un paradigma, que no quede estancada en la anomia. Debe adoptar un nuevo modelo para explicar su existencia ante el resto de la humanidad, con luces propias y, a la vez, consagratorias de ser un Poder en el planeta.

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