[Severo Cruz]

Chile tiene la palabra


El expansionismo anglo – chileno cambió la configuración geográfica del mapa sudamericano hace 136 años. Lo hizo empleando la fuerza, anexándose territorio ajeno e imponiendo el enclaustramiento marítimo a Bolivia.

“Los gobiernos y estadistas chilenos nunca habían parado su atención sobre Atacama, territorio que yacía como desprovisto de toda utilidad, ni nunca habían manifestado interés en disputarle a Bolivia; el inesperado descubrimiento del salitre les abrió los ojos, y recién, entonces, empezaron a comprender que la felicidad de Chile estaba allí… sabían que Chile era una faja angosta y pobre…” (Miguel Mercado M.: “Historia Internacional de Bolivia”, Volumen VIII, 1972, pág. 417).

En consecuencia avasallamiento, arbitrariedad y ocupación territorial contribuyeron a consumar ese hecho que sembró discordia, resentimiento y desencuentro, en desmedro de la convivencia pacífica regional. Desde entonces la paz continental está en vilo y bolivianos y chilenos vivimos amenazados por el fantasma de la guerra. El vecino, no sabemos con qué intenciones, ha renovado, de manera permanente, sus pertrechos bélicos, constituyéndose en la “tercera potencia militar de la región” (EL DIARIO, 27/9/2015).

“Si quieren mar los bolivianos que vengan y aquí les daremos mar”, sostienen algunas voces chilenas en tono cáustico.

Es que mediante la invasión de 1879 Chile se apropió de nuestro territorio costero, lo que significó el encierro geográfico boliviano, cuya demanda, planteada en contra de aquél, es de conocimiento de la Corte Internacional de Justicia en La Haya. Chile ahora tendrá que rendir cuentas ante tribunales internacionales por su malquerencia a Bolivia. No hay cabida para falacia ni bravata. Las señales distraccionistas y dilatorias deben ser descartadas para alcanzar la fluidez diplomática boliviano - chilena.

“Bolivia nos preguntará y junto con Bolivia algunos más ¿en qué situación queda esta república, despojada de todo su litoral y dueño Chile de Tarapacá? Mal haríamos creyendo que por solo nuestra voluntad y sin consultar otro interés que el interés nuestro vamos a poder alterar el mapa americano. Si Bolivia pierde su autonomía, su territorio debe formar parte de alguna república, que no será jamás la republica chilena”, ha escrito Domingo Santa María (Alberto Gutiérrez: “Hombres y cosas de ayer”, 1918, páginas 18 y 19).

Estas preocupaciones deben ser absueltas por Chile ante la CIJ. Ya era tiempo de que la opinión pública mundial conozca en detalle los móviles de la invasión a territorio patrio en 1879.

Bolivia desde entonces ha sufrido una agresión permanente de parte de Chile. E indudablemente el afán fue apropiarse de los recursos naturales del país. Al margen del tema marítimo, pendiente, tenemos el otro relacionado con el desvió del río Lauca.

“Condena, en consecuencia, la desviación practicada por la República de Chile de las aguas del río Lauca, sin la voluntad de Bolivia, no sólo como una violación de aquellas normas y principios sino como un acto de agresión geográfica y de usurpación territorial”, dice el punto 3 de la Declaración parlamentaria, de 29 de noviembre de 1961, firmada por los diputados Edil Sandoval Morón, Alfredo Aguirre Bellido y Jorge Canedo Allende.

Hoy, entre los asuntos irresueltos, se contempla también el referido a las aguas del Silala.

En suma: Chile es el mayor depredador de recursos naturales del país. Ahora tiene la palabra.

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