Comienza el mes del amor

Con la misma ilusión que tienen los jóvenes saludé la aurora de este primer día de septiembre, mes considerado como símbolo del amor, de la juventud, del estudiante y de Cochabamba, sin dejar de mencionar al Departamento de Santa Cruz.

Sin importarme si hacía frío o calor, me despojé de mis calzoncillos largos de lana y estrené unas prendas interiores de fino algodón, estrenando una camisa de seda, todo eso para celebrar el advenimiento del mes del amor.

Con ese ropaje esperé radiante la llegada de mi discípula periodística, completamente ajena a la llegada del mes del amor, sorprendiéndola con un beso tropical en su mejilla fría y casta… con una apechugada sofocante que la obligó a utilizar su freno de mano.

Sorprendida por mi tropical recibimiento me pregunto qué brebaje demoníaco había ingerido para saludarla de manera tan insólita, respondiéndole llanamente: “hoy comienza el mes del amor y ayer concluyó el mes del odio, cuando los bolivianos nos aborrecimos los unos a los otros, cual si fuéramos enemigos, utilizando para ello balas, balines, piedras y cachorros de dinamita, rociando previamente dichas armas con saña, cual si fuésemos enemigos y no hermanos, aunque todos tengamos algunas diferencias económicas y políticas”.

Mi comadritay cochabambina nacida en Quillacollo captó mis sentimientos y utilizando su sereno discernimiento comenzó diciéndome que es una ilusión pensar que cuando florece el odio, a continuación florecerá el amor, como ingenuamente pensaba yo, pues ella está segura de que a nuestro alrededor hay miles de paisanos para los que el supremo está amarrado con la política y que ésta se halla basada en el viejo principio de “quien no está conmigo está contra mí”…

Después de esa explicación de la cholita dejé de ilusionarme al pensar en que podría existir un mes del amor a continuación de un mes del odio y en que a partir de hoy nos corresponde un tiempo de amor fraternal entre los bolivianos.

Miré a mi comadritay con afecto y agradecimiento por hacerme comprender que este mes, aunque sea llamado “mes del amor”, seguiremos mirándonos con encono, seguiremos clamando sanciones contra nuestros contrarios y otros se empeñarán en mirarnos como sus adversarios o enemigos, refregándonos ante nuestros ojos la vieja consigna de “quien no está conmigo está contra mí…”.

Para concluir nuestra jornada laboral, Macacha me tomó del brazo y me dijo: “Si agosto fue un mes de odio, tal vez septiembre sea un mes de alegrías en honor a Cochabamba y Santa Cruz”.