Relaciones diplomáticas y comerciales con EEUU

Autoridades diplomáticas estadounidenses se han pronunciado una vez más en torno al deseo de normalización de relaciones entre Bolivia y Estados Unidos, las mismas que se quebraron hace alrededor de ocho años con lamentables resultados y sin que los diversos intentos para reanudarlas tengan éxito por causa de puntos de vista de mínima cuantía y causando enormes perjuicios económicos a ambas partes.

En días pasados, el representante diplomático de Washington en La Paz se pronunció manifestando: “Nosotros tenemos interés en cómo formular y expandir los intercambios comerciales” (…) “Siempre una relación de gobierno a gobierno ayuda también a la parte comercial”. Es más, el diplomático comentó que “Tenemos muchos nichos de mercado en Estados Unidos que Bolivia puede aprovechar y aquí en Bolivia cuando se trata de grandes proyectos se puede incluir a las empresas de los Estados Unidos; creemos que hay buenas posibilidades”, confirmando así que las mercancías bolivianas tienen un apreciable mercado en el país del norte.

La reanudación de relaciones entre las dos naciones tiene particular importancia, en especial en lo que se refiere a aspectos comerciales, pues, entre otros, es necesaria la recuperación del mercado de consumo estadounidense para Bolivia, ya que las exportaciones bolivianas a ese mercado, principalmente de bienes con valor agregado, después de una etapa de auge, sufrieron un retroceso desde que fue suspendida la Ley de Preferencia Arancelaria y Erradicación de la Droga (Atpdea) por disposición del presidente Barack Obama en el año 2009, ley que estuvo en vigencia desde 1991, cuando fue promulgada con el fin de establecer durante diez años el arancel cero para cinco mil franquicias arancelarias a favor de países andinos afectados por el tráfico de narcóticos.

El levantamiento de la vigencia de la Atpdea determinó que las exportaciones de productos no tradicionales bolivianos se vean perjudicadas, recordándose que las exportaciones de Bolivia al mercado norteamericano en 1994 llegaron a 348 millones de dólares, de las cuales 229 millones (65 por ciento) correspondieron a los denominados productos no tradicionales (excepto hidrocarburos y minerales).

Pero, debido a diversas circunstancias, según el IBCE, las exportaciones de productos no tradicionales a Estados Unidos durante el año 2015, o sea 21 años después de esa alza de valones comerciales, se redujeron del 60 a solo 20 por ciento, causando, por tanto, notable efecto negativo para la economía boliviana. Este aspecto tuvo, además, un agravante destacable, pues mientras por un lado se achicó la exportación de productos no tradicionales con valor agregado, por otro creció la exportación de materias primas, aumentando la dependencia colonial de Bolivia, siempre según datos numéricos del INE.

En todo caso, es fácil deducir que al permitirse que Bolivia frene la exportación de mercancías no tradicionales con valor agregado o de tipo industrial, y, al contrario, facilite la exportación de materias primas en bruto, lo que está ocurriendo en el fondo es el empeoramiento de la dependencia colonial del país, pese a las grandes afirmaciones acerca de que avanza hacia su independencia.

No es, pues, “por poesía” que se hace imperiosa la reanudación de relaciones comerciales entre los dos países, sino por una sentida necesidad del comercio boliviano que atraviesa dificultades por el estancamiento del aspecto diplomático.