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Leyenda tupiceña

Donde el diablo perdió el poncho

Oscar del Carpio


Lorenzo, era un típico paisano Chichéño, agricultor como todos, o minero algunas veces, tenía la prestancia que le daba el sombrero alón de Chichas y las abarcas inseparables de esos pies curtidos por las largas caminatas.

Precisamente volvía de Suipacha, el vallecito aledaño a Tupiza, donde vivía su bella novia Primitiva, más conocida como “Primi”.

Como quiera que el pueblo estaba de fiesta, Lorenzo, acompañado por Primi, le había empinada no pocos vasos de chicha y bastante borrachito se despidió al atardecer para retornar a Tupiza. Seguramente su borrachera y el deseo de llegar lo más pronto posible antes que la noche cayera obligaron a Lorenzo a escoger el camino prohibido que iba por encima de los cerros más elevados de El Angosto, una extraordinaria formación geológica de altísimos cerros que vigilan en su fondo, una extraordinaria conjunción de dos ríos: el San Juan del Oro y el Tupiza que, precisamente en esa zona, parecían pelearse el paso para seguir su curso.

Lorenzo, eufórico por el alcohol seguía su peligroso camino tocando su caja y, de rato en rato, el “Ercke” (una pequeña flauta pegada a la boca angosta de una corneta hecha con el cuerno de un toro), ni siquiera pensaba en la leyenda que corría por aquellos caminos de que ese era el sendero del diablo que se aparecía a los borrachitos noctámbulos como él…

Y ello fue lo que dicen que le ocurrió a Lorenzo: que se le apareció: que se le apareció vestido de campesino y le formuló la propuesta consabida:

Lorenzo, quiero tu alma, a cambio de darte lo que más quieras…

–Ándate al diablo, yo no vendo mi alma a nadie… –Y Lorenzo trató de abrirse paso, pero el diablo, con una sonora carcajada, se hizo a un lado, pero, al mismo tiempo, empujó al paisano hacia el precipicio. Lorenzo dio un grito, extendió los brazos para asirse de algo, alcanzando aferrarse del poncho del diablo y se despeñó por entre las rocas, quedando su cuerpo atravesado en los altos picachos de Entre Ríos… El diablo desapareció del lugar sin su poncho y maldiciendo al infeliz.

Y allí quedó por muchos, muchísimos años el cuerpo de Lorenzo, tantos que, siendo niños fuimos a ver el esqueleto, y la caja del pobre Lorenzo…, y el poncho del diablo que decían se podía ver desde arriba, no sé si logramos hacerlo, pero nuestros paisanos sostenían con toda seriedad que allí fue precisamente donde Lorenzo perdió la vida y el diablo su poncho y que, por tanto, ese es el lugar DONDE EL DIABLO PERDIÓ EL PONCHO.

 
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