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Primer año de Guterres al frente de la organización

EEUU causó efecto en ONU


Naciones Unidas.- Las relaciones con Estados Unidos, la agenda de reformas y las crisis de Corea del Norte, Siria o el Yemen han marcado el primer año de António Guterres al frente de Naciones Unidas.

En ese marco, el diplomático portugués accedió al cargo el pasado enero con un respaldo prácticamente unánime y con aires de cambio, pero desde el primer momento ha tenido que vestirse de bombero para apagar los numerosos incendios que se han sucedido en la agenda internacional.

El primero, y que por ahora ha marcado buena parte de su mandato, fue la elección de Donald Trump como presidente de Estados Unidos.

Además, el magnate neoyorquino llegó a la Casa Blanca con un mensaje contrapuesto en muchas áreas al de la ONU -desde cambio climático hasta refugiados- y con una clara amenaza de recortar los fondos de la organización.

GUERRA

Con su mayor contribuyente en pie de guerra, Guterres ha tenido que hilar fino para contentar a Washington y, al mismo tiempo, tratar de defender las prioridades de Naciones Unidas.

Preguntado en una entrevista reciente sobre cuál era su mayor logro hasta ahora como secretario general, el portugués lo tenía claro: “Hemos evitado una ruptura con Estados Unidos”.

Con discreción, Guterres ha ido tendiendo puentes con la Administración de Trump hasta ganarse su favor.

“(Usted) ha hecho un trabajo muy, muy espectacular en Naciones Unidas”, le dijo el presidente estadounidense a finales de octubre, cuando le recibió en la Casa Blanca.

REFORMAS

Su gran baza ante EEUU ha sido una agenda de reformas para tratar de modernizar Naciones Unidas y recortar la burocracia, combinado con un enfoque muy cauto en cuestiones sensibles, como el conflicto palestino-israelí.

Pese a ello, Guterres ha sido capaz -siempre con mucha diplomacia- de criticar a Trump en cuestiones como su veto migratorio, su decisión de abandonar el acuerdo de París sobre el clima, sus ataques al acuerdo nuclear con Irán o su retórica guerrera contra Corea del Norte o Venezuela.

El pasado septiembre, durante su primera cumbre de jefes de Estado y de Gobierno en la ONU, el secretario general se erigió en uno de los principales contrapuntos a Trump.

HOSTILIDAD

Guterres arremetió entonces contra la “hostilidad” hacia los inmigrantes, los discursos “fieros” y el nacionalismo, todos claves en el discurso del presidente estadounidense.

En el día a día, sin embargo, Guterres ha insistido en su apuesta por una diplomacia discreta, tendiendo puentes más que alzando la voz.

Los resultados están aún por ver, pero por ahora la ONU no ha logrado un gran éxito de mediación que revalide esa estrategia.

Asimismo, lo tuvo al alcance de la mano con las negociaciones sobre la reunificación de Chipre, que se rompieron a última hora.

Mientras, las guerras en Siria y el Yemen continúan, numerosos países africanos siguen enfrascados en cruentos conflictos y la amenaza nuclear de Corea del Norte está hoy más viva que hace un año.

SEGURIDAD

Con un Consejo de Seguridad muy dividido, Guterres tiene las manos atadas para actuar en la mayor parte de estos frentes.

Pese a ello, no se ha cansado de denunciar el riesgo de un desastre en Corea del Norte, el sufrimiento de millones de civiles en Oriente Medio o la campaña de limpieza étnica contra los rohinyás en Birmania.

En otras crisis que no figuran en la agenda del Consejo, como la de Venezuela o la ruptura entre Catar y varios de sus vecinos, el jefe de la ONU ha preferido ceder el protagonismo a los organismos regionales.

Dentro de Naciones Unidas, una de las fijaciones de Guterres es la de hacer una organización más ágil, flexible y eficiente, menos burocrática y con la prevención de conflictos como objetivo número uno.

Entre sus metas, además, está la de impulsar la paridad de género dentro de la ONU, empezando por los escalafones más altos, una promesa con la que por ahora está cumpliendo a rajatabla. (EFE)

 
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