Galileo y el referéndum del 21F

En tiempos pasados, cuando dominaban falsas creencias, se aseguraba que el universo no se movía, que las estrellas y el sol giraban alrededor de nuestro planeta. Quien se oponía a esa idea era considerado psicópata y condenado a la hoguera. Nadie podía pensar en otra forma.

Pero aparecieron pensadores independientes que aseguraban que esa idea no era correcta y que, en cambio, la tierra se movía y giraba alrededor del sol y daba una vuelta sobre su eje una vez al día. Estos personajes fueron obligados a renunciar a sus afirmaciones, sometidos a juicios inquisitoriales y obligados a pensar como antes o bien torturados y terminar en la hoguera.

Entre los opositores a la vieja ideología estaba Galileo Galilei (1564-1642) que consideraba que el espacio era infinito, la materia eterna y la naturaleza única y, al mismo tiempo, defendía, como otro pensador y científico de la época, el astrónomo Nicolás Copérnico, quien sostenía que la tierra se movía alrededor del sol, idea que rompió con el sistema geocéntrico y concepciones arcaicas según las cuales la tierra estaba dirigida por la divinidad y la opinión de los gobernantes, sus agentes incondicionales.

Por pensar en forma diferente, Galileo fue sometido al tribunal inquisitorial y obligado a retractarse públicamente de la teoría de Copérnico. Pero al terminar el juicio, Galileo, rechazando la idea que la tierra no se movía, manifestó “Pese a todo, se mueve” (“Epur si mouve”).

En ese sentido, en la misma forma que la tierra gira alrededor del sol y por miles de argumentos que se invente en forma contraria, nuestro planeta sigue inexorable ese movimiento, en la actualidad se debate sobre el resultado del referéndum del 21 de febrero de 2016 que es similar a la sentencia de Galileo. Es decir que por más que se trate de negar el resultado contrario a la re-re postulación del presidente Evo Morales, dictado por el Tribunal Constitucional, por más que se acuda al Pacto de San José, por más que se invente los más fantasiosos argumentos e increíbles sofismas, por más que se adopte las malas artes, el resultado será siempre el mismo. O sea que el resultado del referéndum del 21 de febrero es irreversible, inamovible, irrevisable, Evo Morales no puede repostularse, porque la voluntad popular ya lo decidió con su voto y la palabra del Soberano es una verdad inamovible, es el reflejo fiel, correcto de la realidad en el pensamiento colectivo. Es reflejo comprobado, mediante el criterio de la práctica histórica, repetidas veces en el acontecer político del país y que prevalecerá por encima de todos los obstáculos, como las palabras de Galileo: “Pero se mueve”, o sea que pese a todo, el resultado del 21 de febrero sigue vigente.