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¿Capitalismo salvaje?

Iván Camarlinghi

En muchas oportunidades hemos escuchado hablar del “capitalismo salvaje” para describir el “modelo económico” en el que vivimos. El Papa Juan Pablo II fue el que acuñó la célebre frase para calificar el sistema político y económico prevaleciente en la última etapa del Siglo XX y la primera parte del Siglo XXI, frase que a muchos nos suena mal por estar asociado con el desastre político, económico, social y humanitario en el que están inmersos al menos 4 naciones latinoamericanas.

Se ha creído de forma casi inobjetable que el capitalismo salvaje es el que prevalece en los Estados Unidos. Sin embargo, ningún movimiento obrero de esa nación señala que los obreros norteamericanos son súper-explotados. Por el contrario, los trabajadores se destacan por tener buenos salarios, buen seguro social y otros privilegios ausentes entre los trabajadores latinoamericanos y de otras regiones del mal llamado “Tercer Mundo”. Inclusive, cuando trabajadores se encuentran desempleados, por muchos meses reciben una subvención del estado.

Despejada esa incógnita, ¿será que el capitalismo salvaje es el que predomina en las naciones de la Unión Europea? Que conozcamos, a nivel público, los obreros y trabajadores europeos tampoco están entre los que abusa ese dizque salvaje capitalismo, ya que los mismos no tienen solo buenos salarios en euros, sino que además cuentan con un excelente seguro social, vacaciones pagadas, bonos alimenticios, escolares y otros que los hacen empleados privilegiados, ese sistema al que se denomina en inglés el “walfare state”, o estado de bienestar social.

Entonces, ¿quiénes pueden ser los “terriblemente explotados” por el capitalismo salvaje, si ya hemos visto que la mayoría de los países capitalistas norteamericanos y europeos no se caracterizan precisamente por sobre-explotar a sus trabajadores? De las mayores economías del mundo, China que es la segunda del mundo, es una nación con características muy especiales. Ideológicamente es una nación “comunista” porque supuestamente la mayor parte de los modos de producción está en manos del Estado, aunque hay importantes empresas en manos de empresarios privados. Quizás ese calificativo se ajusta más por razones políticas, ya que se trata de una nación con un solo partido político, sin división de poderes del Estado, sin elecciones libres y con un férreo control sobre medios de comunicación, libertad de expresión y derechos humanos.

Económicamente, la nación más poblada del mundo es un país plenamente capitalista, porque el mayor porcentaje del PIB está en manos privadas. Si nos queremos acercar al motivo de esta indagación, podemos observar que públicamente no se sabe que los trabajadores chinos tengan grandes privilegios como los europeos y norteamericanos. Por el contrario, todos los organismos defensores de derechos humanos del mundo señalan las graves deficiencias laborales, sociales y hasta humanas de los trabajadores chinos y hasta de la población en general, porque es frecuente conocer denuncias de trabajo infantil y otras atroces formas de sobre-explotación humana.

Recientes estudios señalan que China ha suscrito solamente 4 de 8 convenciones internacionales de la OIT y las que no suscribió son la de Trabajos Forzados, de Trabajo Infantil, de Sindicatos Independientes y la que ampara los derechos a huelgas laborales y otros paros sindicales.

En China nadie trabaja 8 horas al día, a menos que sea empresario o miembro del Partido Comunista. El 19 de diciembre de 2017, la BBC de Londres publicó un reportaje de dos periodistas ingleses que lograron ingresar a trabajar en la fábrica de componentes de I Phone de Apple en China y una de ellas tuvo que trabajar 18 días sin ningún día de descanso y el otro trabajó en jornadas de hasta 12 horas diarias. No se conoce ninguna bondad del sistema de seguro social de ese país. Nadie habla bien del bienestar social y más bien son cada vez más frecuentes las denuncias por graves situaciones sociales y de seguridad de la mayoría de la población china, discriminaciones sexuales y terribles mafias traficantes de seres humanos, órganos humanos y drogas ilegales.

Sin dejar la mirada por esta terrible situación laboral, estamos casi obligados a revisar la situación laboral y social en nuestros países. ¿Será como dicen algunos líderes mesiánicos que el capitalismo salvaje se engulle a los trabajadores latinoamericanos? Sabemos que las grandes naciones como México, Brasil y Argentina tienen fuertes movimientos sindicales que no permitirían que sus trabajadores tengan insoportables condiciones laborales. Aunque son naciones capitalistas hay leyes que protegen fuertemente a sus trabajadores.

Otras naciones no menos importantes como Colombia, Perú, Chile, Uruguay, Ecuador y algunas centroamericanas han discurrido por sistemas políticos y económicos diferentes, pero en todos, los derechos laborales están respetados. Increíblemente, en los denominados países del ALBA o “Socialistas del Siglo XXI”, los derechos de los trabajadores están puestos en cuestión y, simultáneamente, todos han criminalizado el derecho a las protestas y no sería de extrañar que pronto modifiquen las horas de trabajo, las condiciones laborales, las conquistas sociales y cuanto indicio quede de cualquier reivindicación, resultando en nuevos neo-capitalistas salvajes.

En Bolivia, a pesar que se habla a todos los vientos sobre “movimientos sociales”, cada vez son más los sectores que están en contra del gobierno. El reciente conflicto médico alejó del gobierno inclusive a la COB. Además, el nuevo Código Penal criminaliza y sanciona la protesta de todos los sectores, incluidos los trabajadores. Resulta increíble que un gobierno que se autodenomina “popular” sancione y criminalice el legítimo derecho a la protesta, cuando su origen es precisamente ese, el de las marchas y los bloqueos de caminos que fueron el arma preferida del MAS para imponer sus criterios antes de llegar al gobierno. Esta medida desenmascara al verdadero carácter del gobierno: una administración autoritaria, neo-populista y que busca una dictadura comunista similar a la cubana, en la que ningún trabajador ni ningún ciudadano tenga derechos de ningún tipo.

Eso de capitalismo salvaje más bien parece un “cliché”, ahora casi relegado al olvido. Como vimos, quizás los únicos lugares en donde se puede hablar de capitalismo salvaje es en China y en los países del ALBA que, sin dejar de ser seudo-socialistas, aplican políticas capitalistas en las que los derechos de los trabajadores están confiscados por las autoridades.

El autor es periodista y diplomático.

 
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