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Mujeres mueren en manos de sus parejas

Relaciones peligrosas que terminan en fallecimiento

• En la mayoría de los casos está el consumo de bebidas alcohólicas y problemas psicológicos que salen a flote en medio de las borracheras.


La posterior investigación policial pudo determinar al autor del asesinato, en la región de Coroico.

En el departamento de La Paz, los hechos de feminicidio ocupan las primeras páginas de la información de crónica roja, porque en su contenido se visualiza un alto grado de violencia ejercida por los agresores, que en su mayoría son parejas sentimentales de las víctimas quienes afrontan problemas de toda índole.

Para el primer semestre, se evidencia que la comisión de este delito, no desciende a pesar de la aplicación de la Ley, que garantiza a la Mujer una Vida Libre de Violencia, 348, fuera de penalizar a los responsables de este delito con 30 años de privación de libertad, el proceso de prevención es casi incierto al interior de las familias de alto riesgo.

CIFRAS DEL PROBLEMA

De acuerdo con los datos, en el 2014, según el informe de la Fuerza Especial de Lucha Contra la Violencia (Felcv), se atendió cuatro hechos de feminicidio, el 2015 fueron 14 casos, el 2016 subió a 15, el 2017 se reportaron 41 hechos y para la presente gestión se atendió 14 muertes de mujeres, en manos de sus parejas.

Uno de los recientes casos que conmovió a la población, se trata de la muerte de una joven de 18 años de edad, quien de acuerdo con el informe médico forense, la víctima sufrió cerca de tres horas antes de fallecer por fuerte hemorragia interna. Ella era la hija de la vendedora de un kiosco al interior de la Fuerza Aérea Boliviana (FAB) en la ciudad de El Alto y tanto su juventud e inocencia atrajo a Álvaro Espinoza Quispe mecánico de la FAB que con sus 30 años de edad sin pareja y viviendo con su madre, no muestra remordimiento alguno después de asesinar a la joven al interior de una tienda de campaña, en un camping instalado en un hotel en la localidad de Coroico.

CHONCHOCORO

Quispe se encuentra recluido en el penal de máxima seguridad de Chonchocoro en la población de Viacha, pero hasta la fecha no dio a conocer las razones por las cuales le fue insuficiente tener relaciones sexuales con su víctima 12 años menor que él, sino porque determinó ocasionar el mayor de los actos violentos en contra de la muchacha a quién la perforó desde el interior de su vagina con un objeto, para luego extraerle sus órganos internos, con sus manos, pretender huir del lugar después de haber cometido feminicidio con premeditación y alevosía.

Con su ropa con manchas hemáticas (sangre), que teñía gran parte de sus tenis blancos y parte de sus prendas obscuras, el sindicado fue detenido a tiempo, en la misma localidad de Coroico, gracias a la presencia de un equipo de policías de la Felcv que llegó a la región para capacitar a otras instancias públicas.

La joven, quien de seguro representa a una generación de mujeres que busca romper ciertos estereotipos, nunca imaginó que en su vida podía toparse con un hombre que representa una generación de hombres “enfermos”, siendo, no el único caso que retrata hechos de máxima violencia y excesiva crueldad hacia la mujer.

ANÁLISIS

Esta conducta de ocasionar el mayor daño a la joven de 18 años, es analizada por la doctora en psicología Rosario Larrea, como una conducta psicótica, que responde a su dependencia marcada a nivel emocional hacia su madre, “porque si hasta los 30 años no tiene pareja ni nada y solo viven con su madre y el hecho de haber destrozado a la muchacha de 18 años toda la parte de la vagina y extraerle sus órganos internos por esa región, es una forma de proyectar todo lo que siente por su madre. Por lo tanto, se trata de una psicosis que se inicia en la fase oral, se trata de una madre que no dejó ser a su hijo, es un cuadro típico del complejo de Edipo no resuelto, de total dependencia emocional con la madre, donde la célula narcisista no se rompe”, analizó.

PELIGRO DE POR VIDA

En el caso de Quispe, quien no demostró arrepentimiento por sus actos cometidos, su accionar representa de acuerdo con Larrea, el odio que tiene en contra de su madre, que proyectó ese sentimiento de frustración, represión y castración de 30 años, en contra de la joven de 18 años. “Esa proyección que realizó se debe a la gran carga emocional que tenía, como resultado de una actitud ejercida, muy posiblemente por su madre”, explicó.

Si bien los investigadores encontraron dos botellas de ron que fue consumido entre las dos parejas, dicho elemento según la especialista, permitió ser el elemento que afloró la otra personalidad de Quispe en contra de su víctima, que podía ser cualquier otra mujer. La conducta psicótica de Quispe no tiene posibilidad de ser tratada, siendo una persona de alto riesgo para la sociedad, porque si no se garantiza su detención de por vida, dichos cuadros de violencia extrema en contra de la mujer, podrían repetirse en cuanto recupere su libertad, establece Larrea.

 
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