Sí, lloramos por ti, Argentina

Claro que lloramos por ti, amada república del Plata y cada una de nuestras lágrimas encierra el dolor que nos produce el que hayas sido vilmente expoliada, violada y timada por tus propios hijos, aquellos que en un momento de pésimos augurios se agavillaron con los pandilleros del Foro de Sao Paulo, precisamente con el objeto de que varios países latinoamericanos (como Venezuela) corran tu misma suerte.

Fueron doce años de insaciable latrocinio, a cargo de una pareja delincuencial que, al igual que el dúo criminal norteamericano “Bonnie and Clyde”, se coludieron para saquear de tus arcas miles de millones de dólares, con la misma angurria y brutalidad de los mercenarios que, en acciones de guerra declarada, ocupan tierras enemigas y se vuelcan a la más despiadada rapiña y despojo de sus riquezas.

Sin embargo, lo más indigno de este atraco es que parte del dinero sustraído esté siendo utilizada en financiar grupos de revoltosos, que no le dan ni un día de tregua al actual gobierno, que en su propósito de frenar semejante latrocinio ha emplazado al poder judicial a tomar las medidas conducentes, que logren encarcelar a los pillos.

En esa redada de corruptos y corruptores han caído: ex altos funcionarios oficiales, empresarios, jueces, sindicalistas, narcotraficantes y toda una suerte de mafiosos que, ante su inminente encarcelamiento se han acogido a la Ley del Arrepentimiento y, amparados en ella, han comenzado a denunciar todos sus delitos cometidos.

Entretanto, una vez presos estos malhechores han formado una suerte de “sociedad de socorro mutuo de izquierda” que, sumándose a la política de desestabilizar al gobierno macrista, financian el apoyo a los facciosos, con el fin de distraer a la opinión pública del alcance de sus fechorías, organizando bloqueos callejeros, manifestaciones y criminalizando al gobierno, como el único creador de la crisis económica e inflacionaria por la que atraviesa el país.

Entretanto, es útil reconocer que el problema de base de esta crisis es el déficit fiscal, que arrastra la economía argentina desde hace setenta años, como resultado de la conocida costumbre de sus súbditos, de vivir por encima de sus posibilidades y de gastar más de lo que producen. Sólo como ejemplo: 25.000 argentinos viajaron a Rusia para asistir al mundial de futbol, mientras sólo fueron 5.000 los franceses que estuvieron allí, con el aliciente de ver a su selección coronarse campeona mundial.

A esa mala costumbre de gastar más de lo que se tiene, se suma el trabajo informal y la creciente corrupción generada por el narcotráfico, que también fue una lacerante herencia de la década pasada, lo que abre un frente más de los tantos que debe combatir el presidente Macri, como lo señaló angustiosamente en su último mensaje a la nación, suficiente razón para lamentar esa situación por la que está pasando la hermana república y solidarizarnos con ella afirmándole que, Sí, lloramos por ti, amada Argentina.