[Armando Mariaca]

¿Qué verdades vivimos y como encararlas?


Hay situaciones en que es preciso que se enfrenten realidades. Hoy, frente a ninguna certificación honesta y sincera de las posibles reservas de gas; ante el hecho de que nos regodeamos por las reservas financieras acumuladas -aunque sin la honestidad de reconocer nuestras deudas-; sin haber alcanzado a reponer producción y trabajo; sin crearse fuentes de riqueza y generado empleo; ante verdades que nos laceran, no queda otro camino que el de reconocer quiénes somos, qué hacemos, dónde vamos y qué esperamos de nosotros mismos en el futuro.

El gobierno, en acto de sinceridad, habrá llegado a alguna conclusión sobre una pregunta que siempre debe hacerse: ¿cuál sería nuestra realidad si no teníamos gas y no lo exportábamos al Brasil y a la Argentina con precios altísimos de las cotizaciones internacionales? Con los despropósitos cometidos, si no teníamos gas, ¿qué hubiésemos hecho? ¿En qué niveles estaríamos en cuestión de deudas interna y externa? ¿Cuáles serían los resultados de lo poco que podamos exportar -minerales, con seguridad- pero si lo explotamos debidamente?

Hay muchas preguntas que el momento precisa de respuestas para encarar lo que debemos hacer. Para empezar, reconocer que nos hemos equivocado de medio a medio y que llegó la hora de enfrentar realidades pero con honestidad y coraje, con valentía y responsabilidad. Vivimos ilusiones que no han reportado nada; vislumbramos futuros que están muy lejanos; creemos haber alcanzado altos grados de “ahorro” cuando debemos los mismos montos o mucho mayores.

Las esperas y las esperanzas siempre han sido características de los pueblos atrasados y dependientes. Aferrados a esas condiciones, creímos lo que se nos prometió y nos dejamos estar recostados en promesas que, bien supimos los bolivianos, eran incumplibles. Hoy, frente a esas realidades ¿habrá posibilidades para cambiar y enfrentar verdades? El gas se mostrará en su estado natural: volátil y desaparecerá de nuestros planes y perspectivas. Si no lo tuvimos para las propias necesidades, ¿cómo lo vendimos? Las reservas, si no las incrementamos con nueva producción y logro de muchas utilidades, pronto se terminarán, especialmente cuando se forjan planes ambiciosos de difícil concreción.

Fácil, muy fácil es vivir al calor de las políticas que destilan demagogia y populismo. Lo difícil es encarar las propias verdades y mostrarse al pueblo como se es, sin petulancias ni falsas posiciones. El gobierno, por su propia seguridad, para enmendar los malos pasos dados y con miras a las rectificaciones, seguramente encarará la realidad con toda responsabilidad. Esta es una verdad que cala hondamente en el sentir de la colectividad.

Condolernos de los malos pasos cuando no hay remedio para rectificar rumbos oportunamente, no es constructivo ni honesto; pero, en todo caso, el formular propósitos que permitan reencaminar las políticas y actuar conforme a verdades constructivas, sí puede traer beneficios. De acuerdo a como se presenten los hechos, el pueblo sabrá comprender y responder con la honestidad que exijan las circunstancias, habida cuenta de que cada habitante del país es consciente de lo que puede y debe hacer siempre que se den las condiciones, se vean y vivan ejemplos de honestidad, eficiencia, eficacia y responsabilidad en quienes manejan las riendas de la administración.

Hay, pues, situaciones y condiciones que se deben cumplir. Los conflictos de hoy deben encontrar cauces de solución empezando por la unidad y concordia entre todos porque vivir en discordia y donde las partes se enfrentan y causan lágrimas, dolor y muerte entre sí, no son para sembrar semillas que den frutos. Vivir de enfrentamientos como los protagonizados por campesinos de Potosí y Oruro; discordias entre clases sociales por intereses creados; esperanzas no satisfechas en muchas organizaciones que esperaban solución a sus problemas y, rendidas, se apegan a lo poco conseguido, no es vivir; es, simplemente, existir y, de ahí esperar nuevas situaciones que muchas veces son peores que las vividas, no es bueno ni constructivo.

Muchas veces, periodistas y medios sostuvimos la necesidad de trocar falsas situaciones por verdades que deben ser norma de vida de los bolivianos; pero, no siempre se encontró la receptividad necesaria en quienes poseen poderes políticos, económicos y sociales, condiciones que se agrandan en quienes las poseen a costa de los que nada tienen. El país espera, pero en medio de frustraciones y desesperanzas que deben terminar tan sólo viviendo verdades, sin escamotearle a nadie sus derechos ni posibilidades de vivir con plenitud, no sólo existiendo sino actuando con lo que somos y tenemos pero acrecentándolo todo para alcanzar mejores condiciones y niveles de vida.

El gobierno tiene por delante responsabilidades que cumplir y, si no lo hace, será porque quiere complotar contra sí mismo y alcanzar un sitial negativo en su paso por la vida de la República -hoy llamada “plurinacional”, condición que tienen todos los países del mundo por estar conformados por naciones y habitantes de diversas razas y clases con que cuenta la humanidad-.

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