Sucesos del siglo XX

Sos... ¡nos hundimos!

El hundimiento del Titanic


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Dentro de la historia de la navegación hasta mediados del siglo pasado, los peligros de hundimiento de barcos y gigantescos trasatlánticos eran constantes ya sea por averías, fenómenos naturales, –sunamis y maremotos–, incendios y otros factores a causa de los cuales el mar terminaba por cobrar sus piezas como un monstruo insaciable.

En nuestros días, dotados los trasatlánticos y otros barco de sofisticados equipos, como el radar y la comunicación satelital hacen improbable los naufragios, con excepción, claro está, en tiempos de guerra. Sin embargo, el hundimiento del Titanic, orgullo de la marina británica, el trasatlántico más grande del mundo, conmovió al mundo por la forma como se desarrolló este desastre.

El RMS Titanic, el trasatlántico que se hundió, era el segundo de un trío de transatlánticos, la clase Olympic, que pretendía dominar el negocio de los viajes transoceánicos a principios del siglo XX. Fueron diseñados por Thomas Andrews y eran propiedad de la White Star Line, siendo construidos en los astilleros de Harland and Wolff en Belfast (Irlanda del Norte, Reino Unido). El Titanic fue el barco de pasajeros más grande y lujoso de la época junto con el RMS Olympic. El Titanic de 46.000 toneladas de desplazamiento, contaba con canchas de tenis, piscinas, gimnasios y hasta un rebaño de vacas lecheras. Fue botado el 31 de mayo de 1911 y entró en servicio el 31 de marzo de 1912. Su construcción se había iniciado el 31 de marzo de 1909. Su casco de doble fondo, dividido en dieciséis compartimientos especiales, hacía que fuera considerado un barco a prueba de hundimientos.

El 8 de abril de 1912, el Titanic zarpó de Liverpool, Inglaterra, al compás de música de banda y toques de sirenas, rumbo a América. Llevaba a bordo 2.367 personas: 903 tripulantes, 359 pasajeros en primera clase; 305 en segunda y 800 en tercera. El viaje se realizaba sin ningún contratiempo, el capitán Edward J. Smith, pese a las advertencias de los telegrafistas de barcos cercanos, de la existencia de icebergs (grandes témpanos de hielo) en aguas del Atlántico, el 14 de abril de 1912, anunciaba la realización de un baile de gala en el lujoso salón, para despedir el viaje, pues esta sería la última noche a borde del Titanic.

Una pareja de enamorados, buscando cierta privacidad, salió del amplio salón, donde la música sonaba con estruendo, a cubierta para contemplar la noche y las estrellas. Hacía frío, parecía presagiar una tragedia, a las dos y quince, el vigía Frederick Fleet, desde su puesto, observó con gran sorpresa la aparición de iceberg que aumentaba de tamaño a medida que se acercaba, lo que reportó en seguida. Minutos después el gigantesco témpano se deslizaba a estribor (costado derecho), mientra el barco iniciaba un viraje, sólo se oyó un leve chirrido.

Los pasajeros de primera clase acababan de cenar y disfrutaban de la sobremesa, cuando sintieron un sacudón al que no se le dio importancia, sin embargo, el enorme bloque de hielo había partido en dos la base de la nave “inhundible”; en los cuartos de las calderas reinaba el caos y la aterrada tripulación luchaba por salvarse.

El capitán Smith, muy preocupado, envió a un oficial a inspeccionar el barco, sin embargo, el oficial no reportó ningún daño. “Ni Dios mismo puede hundir al Titanic” blasfemó un pasajero, sin imaginar que, de hecho, la nave se estaba hundiendo. El choque ocurrió a las 11:40 p.m. El capitán restando importancia al incidente dijo que continuaran con el baile y que sirvan abundante champaña. Sin embargo la nave comenzaba a inclinarse peligrosamente por la proa, es cuando los tripulantes tomaron en serio el asunto y enviaron mensajes de socorro, mientras entre los viajeros cundía el pánico.

Los botes salvavidas eran insuficientes. Por fin el “Carpathia” un buque de vapor distante unos 285 km. había logrado escuchar los angustiosos mensajes de socorro. Tomó velocidad y se aprestó a brindar ayuda, mientras en el Titanic los pasajeros habían entrado en pánico, todos corrían por todos lados por salvar la vida, el agua invadía los camarotes. Cortaron la luz eléctrica y cerraron el acceso a la gente de segunda y tercera para desalojar a los de primara clase. Algunos oficiales trataban de imponer orden pero nadie obedecía, se había desatado el caos.

Mientras algunos saltaban al agua, los botes salvavidas llenos de gente desesperada, se alejaban del Titanic, y éste, en su viaje inaugural, se hundía lentamente en el mar. El “Carpathia” arribó a las 5 a.m. e inició la dolorosa tarea de rescatar a los 800 náufragos sobrevivientes de aquella terrible noche de pesadilla. Más de 1.513 personas habían perecido. Se dice que mientras se hundía la más lujosa de las naves de Inglaterra, la banda tocaba un himno llamado “Más cerca, mi Dios, de ti...”

El siniestro duró 2 horas y 50 segundos, muchísimos náufragos perecieron por la baja temperatura, inferior a los cero grados de las aguas heladas, los pocos sobrevivientes observaban horrorizados cómo se hundía el Titanic. Al filo del amanecer fueron rescatados por el “Carpathia” y así llegaron a Nueva York 705 supervivientes del más grande desastre en la historia de la navegación. El hundimiento del trasatlántico Titanic fue llevado al cine con un éxito taquillero sorprendente.

 
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