En Max Paredes continuó la fiesta


Las fraternidades que integran la fiesta de Gran Poder, al igual que los afiliados a la Asociación de Conjuntos Folklóricos cumplieron ayer el segundo día de celebración de la Fiesta Mayor de los Andes al efectuarse la diana.

EL DIARIO constató que esta celebración derivó en el consumo de bebidas alcohólicas en la vía pública, con los efectos que acarrea la embriagues en las personas.

Varios locales de fiesta ubicados en la Garita de Lima, fueron ocupados por las fraternidades, que desde horas de la tarde, se dieron cita para continuar con la festividad de acuerdo al cronograma de prestes, donde más de una comparsa compartía con sus integrantes.

Los más criticable es que varias de las parejas que integran tanto el grupo de bailarines como de los músicos, asisten a los prestes de sus fraternidades con sus hijos (as) menores o lactantes, quienes fuera de exponerlos a los ruidos de la banda, orquestas, también están en riesgo de sufrir algún tipo de accidente, tanto por la violencia que es propia en algunas personas o parejas de ebrios, así como por las condiciones extremadamente resbalosas de los pisos en locales de la avenida Baptista.

La vía fue ocupada por la por los folkloristas, comideras y el comercio de bebidas alcohólicas.

EL DIARIO no observó la presencia de efectivos policiales, a pesar que a una cuadra de la Garita de Lima se encuentra ubicada la unidad denominada “Policía Comunitaria”, la misma que anoche sólo contaba con dos efectivos policiales en la puerta y quienes no pusieron ningún interés en tratar de verificar la seguridad de la población en la en la mencionada zona.

Asimismo no se verificó presencia de la Defensoría de la Niñez y Adolescencia que se ubica en la subalcaldía del sector de la Max Paredes, donde las funcionarias del Municipio, por Ley debieran velar los derechos los menores, quienes ante el consumo de bebidas alcohólicas por parte de sus progenitores, ponen en riesgo la vida e integridad de la población más vulnerable.

“Los de la Defensoría trabajan en horario de oficina, difícil es que vengan un domingo a hacer cumplir las normas y menos ahora que la mayoría de las fraternidades beben sin límite acompañados de sus infantes, quienes no sólo deben soportar las inclemencias del frío, si no los riesgos de una zona tan peligrosa”, afirmo María Mamani, una vecina quien observaba con asombro lo que ocurría.

Si bien las danzarinas de pollera no lucieron sus joyas en el segundo día de fiesta, pero protegían sus sombreros debajo de sus mantas sintéticas, además de engancharse a sus parejas, para evitar una caída de quienes se encontraban más afectados por el consumo de alcohol.

 
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