[Rodolfo Becerra]

El descaro en un libro chileno


Un antiguo amigo me prestó el libro “La sangre es más igual que la piel”, del diplomático chileno Oscar Fuentes Lazo, cuyas páginas no podemos leer sin indignación, por tantas inexactitudes y ese afán enfermizo de desfigurar los hechos históricos; estrategia utilizada para crear entre sus connacionales una posición mentida sobre la propiedad de Atacama, que fue indiscutiblemente boliviana, y acerca de las causas y efectos a que dieron lugar la agresión chilena de 1879.

Al comienzo refiere que “la primera bandera nacional boliviana llevaba 5 estrellas” y que recién en la Constitución de 1831, en su Art. 3 incluye las provincias del Litoral y Tarija, ignorando que antes, al fundarse Bolivia, tanto las provincias del Litoral y de Tarija, dependieron del Departamento de Potosí, como en la audiencia colonial y que, en la Fundación de Bolivia en 1825, fueron convocados dos diputados por Atacama que suscribieron el Acta de Independencia y participaron estos representantes infaltablemente en todas las constituciones sancionadas hasta la de 1880. En cambio Antofagasta bajo la administración de Chile forzó la creación de la provincia de Antofagasta en 1885, con oposición de Bolivia, cuyo primer diputado fue Nicolás Peña Vicuña.

Esta demostración basta para fijar sin objeciones la pertenencia de Bolivia sobre el despoblado de Atacama. Además, ¿por qué los autores chilenos quieren desconocer que Chile se fundó con un territorio exiguo con tres provincias: Santiago, Concepción y Coquimbo al norte? Con estos territorios lo encontró el uti possidetis juris de 1810, siendo majadero pretender salirse de este estrecho marco y ambicionar otros territorios que recién terminaron de poseer en la década de 1880.

Pero lo que no aceptamos es que en varios párrafos del libro coloca a Chile “haberle reconocido a Bolivia en sendos tratados un litoral soberano”, pág. 53; que “le reconoció soberanía a un espacio del litoral en el Pacífico”, pág. 54; que “Chile reconoce a Bolivia un territorio litoral al norte del Paralelo 24”, pág. 73; que “el Tratado debía haberse visto en Bolivia en la dimensión de que significaba un reconocimiento explícito y expreso de Chile a que Bolivia al norte del paralelo 24 era su vecino y por ende tenía acceso soberano al mar”, pág. 96; donde Bolivia estuvo más cerca que nunca de ese mar que ya le había sido reconocido por Chile en 1866…”, pág. 169; “No me voy a cansar de decir que Chile en 1866 y en 1874 reconoció que Bolivia tenía un litoral soberano y esa fue una decisión chilena…”, pág. 175; “donde el peligro de un conflicto sólo se disiparía con el Tratado de 1866, primer documento bilateral en que Chile reconoce a Bolivia un litoral al norte del Paralelo 24”, pág. 189.

Líneas abajo, cuando se refiere a Mariano Melgarejo, dice: “es quien consigue el primer reconocimiento chileno al mar que reclamaba Bolivia”; y en fin que “ignora que en ellos (tratados de 1866 y 1874) Bolivia ha obtenido el reconocimiento chileno a su calidad soberana de país con litoral”, pág. 260; “(Melgarejo) fue quien con astucia y capacidad política obtuvo de Chile el reconocimiento a Bolivia de un territorio litoral…” y en la pág. 263; y finalmente “¿Las FFAA de Bolivia ignoran que el tratado de 1874 es un acuerdo de límites en virtud del cual Chile reconoce a Bolivia un litoral soberano?”, pág. 268.

Es decir, según el autor que impugnamos, Bolivia tuvo acceso al litoral marítimo del Pacífico, ¡por gracia y generosidad de Chile! ¡No faltaba más! El autor insiste repetidamente en esta falacia con que se engaña al pueblo de Chile de que Bolivia nunca tuvo mar y que si tuvo un litoral marítimo fue por reconocimiento de Chile, cuando este país apenas se fundó con tres esmirriadas provincias, con la provincia de Coquimbo en su extremo norte ¡que apenas llegaba a las primeras dunas del desierto de Atacama!, como dice el historiador chileno Ranquil. Frases rebuscadas aquellas y acomodadas, sofismas engañosos, mentiras descaradas, embustes que sin embargo no pueden cambiar la verdad de los hechos y de la historia.

Chile antes del Tratado de 1866, con Bolivia nunca tuvo límite legal al Norte que no sea el Paposo. Fue la abusiva ley de 31 de octubre de 1841 que declaró de propiedad chilena las guaneras de Mejillones, pero en todo cuerpo legal se conoce que nadie puede legislar sobre territorio ajeno.

El territorio que hoy es Bolivia tuvo litoral marítimo desde la prehistoria, desde la audiencia colonial y por soberanía fundacional desde 1825, no lo poseyó por usurpación ni despojo a nadie, sino por derecho propio y si hoy reclama su reivindicación es también con el legítimo derecho de quien ha sido víctima de robo.

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