Cuestión de principios

Pocas veces en un lapso de apenas 20 días se registraron tantos editoriales, comentarios y análisis sobre un mismo tema en los medios de prensa nacional. Pero más importante que el tema cuantitativo es el análisis cualitativo: con matices, según el ángulo de análisis o la posición o militancia política de los autores, el común denominador es la crítica al camino que eligió el gobierno, esta vez para expresar su protesta contra la prensa.

Desde que se anunció la decisión de enjuiciar a la Agencia de Noticias Fides, EL DIARIO y Página Siete, sólo en los medios escritos de La Paz, Cochabamba, Santa Cruz y Sucre se publicaron más de 50 notas de análisis, de opinión o editoriales sobre el tema. Y todas, incluso las escritas por gente de conocida afinidad política con el gobierno, reflejan un abanico de posiciones que van desde el rechazo a la existencia de delito alguno en lo que publicaron hasta la exhortación al gobierno, que dice lo contrario, a que lleve su protesta a su ámbito natural: Ley de imprenta y tribunales de ética.

Esa extraordinaria cantidad de opiniones, en la que no se incluye las vertidas por radio o televisión, muestra el impacto negativo que tuvo entre moros y cristianos poner a los medios contra la pared. Si la intención era “sentar un precedente” con una “sanción drástica” por vía penal con no se sabe qué fines, el resultado fue un fracaso. Alguien se estrelló de cabeza contra un muro. Si no rectifica rumbo, se la puede romper.

Pero el meollo de la cuestión es el contenido. No es casual la coincidencia en la crítica unánime a esa acción del gobierno. Tampoco se la puede interpretar sólo como defensa de los medios en cuanto tales. Ni siquiera como crítica al pésimo manejo comunicacional y político de un tema cuyas consecuencias negativas en materia de imagen interesan sólo al gobierno. Ese tipo de actitudes y decisiones abarca un espectro más amplio. Hay mucha gente, lamentablemente, que pretende matar al mensajero, en lugar de leer bien los mensajes. El alcalde de Santa Cruz, por ejemplo.

Olvidar que el poder político es efímero no sólo es estúpido. Puede ser grave. La historia enseña que el péndulo toma mayor velocidad e impulso mientras más avanza hacia un lado. Pero es más estúpido suponer que se puede matar las ideas y las convicciones en función de conveniencias coyunturales. Todo lo mucho que se ha escrito y se ha dicho en este corto lapso sobre el anunciado juicio a los tres medios muestra el rechazo unánime al atropello a principios y valores y a las normas legales.

Es en ese contexto que se debe entender la coincidencia, por encima de las distintas posiciones políticas. El resto es pura especulación y su resultado final no interesa ya. Ganó la razón.