[Alberto Zuazo]

Punto aparte

La Resurrección de Cristo


La Semana Santa concluye hoy, con la Resurrección de Jesucristo, que es el testimonio que consagra la fe cristiana y de la salvación de las almas. Si Cristo no hubiera resucitado, vana sería la religión católica e igualmente la esperanza de que los seres humanos que mueran tendrán acceso a la vida celestial.

De ahí que el Nuevo Catecismo de la Iglesia Católica explica que la liturgia de Resurrección de Cristo -el sábado de gloria- es la más bella e imponente de todo el Calendario pascual, porque constituye o predica el misterio de la futura inmortalidad.

En la muerte, que es la separación del alma y el cuerpo, el cuerpo humano cae en la corrupción, mientras que su alma va al encuentro con Dios, en espera de reunirse con su cuerpo glorificado. El Catecismo establece que Dios, en su omnipotencia, dará definitivamente a nuestros cuerpos la vida incorruptible, uniéndolos a las almas. Esto, en virtud de la Resurrección.

Sin embargo, el “cómo” ocurrirá el milagro, la Iglesia Católica admite que “sobrepasa nuestra imaginación y nuestro entendimiento; no es accesible más que en la fe”.

El dogma central de la fe cristiana no sólo lo recuerda el Catecismo de la Iglesia Católica, sino que se encuentra en textos bíblicos, tanto del Antiguo como del Nuevo Testamento.

Acerca del mismo, el Catecismo Católico asevera que: “la resurrección tendrá lugar en un instante… aunque no todos muramos, todos tendremos que ser transformados en un instante… Entonces, en un abrir y cerrar de ojos, los muertos se levantarán y serán incorruptibles”.

De igual forma, expone que “en la muerte, que es la separación del alma y el cuerpo, el cuerpo humano cae en la corrupción, mientras que su alma va al encuentro con Dios, en espera de reunirse con su cuerpo glorificado. Dios, en su omnipotencia, dará definitivamente a nuestros cuerpos la vida incorruptible, uniéndolos a nuestras almas. Esto, en virtud de la Resurrección de Jesús”.

El escritor Myer Pearlman, autor del libro “Teología Bíblica y Sistemática”, puntualiza que “la resurrección de Cristo es el milagro por excelencia del cristianismo. Una vez que establecemos la realidad de este acontecimiento, la discusión de los otros milagros del evangelio se hace innecesaria. Además, es el milagro sobre el que se sustenta o se desploma toda la fe cristiana; pues, el cristianismo es una religión histórica, que basa sus enseñanzas en acontecimientos definidos que ocurrieron en Palestina hace unos veinte siglos”.

Agrega que “estos acontecimientos son el nacimiento y ministerio de Jesucristo, que culminó con su muerte, sepultura y resurrección. De éstos, la resurrección es la corona, puesto que si Cristo no resucitó, luego no es lo que afirmaba ser; su muerte no fue entonces una muerte expiatoria; luego los cristianos han sido engañados por la falsa esperanza de la salvación”.

Pearlman cuestiona a un escéptico francés que dijo: “Uds. los cristianos viven de la fragancia de una tumba vacía”, expresando que “Es verdad que aquéllos que fueron a embalsamar el cuerpo de Jesús, en aquella memorable mañana de la resurrección, descubrieron la tumba vacía. Esta verdad no se ha explicado y no podrá explicarse, aparte de la certeza respecto de la resurrección de Jesús”.

“¡Con que facilidad los judíos podrían haber refutado el testimonio de los primeros predicadores, presentando el cuerpo de nuestro Señor! Pero no lo hicieron, porque no podían”.

El escritor se pregunta también “¿Qué haremos con el testimonio de aquellos que vieron a Jesús después de su resurrección, muchos de los cuales hablaron con él, lo tocaron, comieron con él; con el testimonio de centenares de quienes Pablo dijo que vivían en su día; muchos de los cuales nos han proporcionado su testimonio inspirado en el Nuevo Testamento?

¿Cómo recibiremos el testimonio de hombres que por su honestidad y sinceridad jamás hubieran predicado un mensaje si no hubieran creído que era falso; y que lo sacrificaron todo por esa predicación?”

¿Cómo explicaremos la conversión de Pablo el apóstol, de un perseguidor del cristianismo, en uno de los misioneros más grandes, a menos que en realidad hubiera visto a Cristo en el camino a Damasco?

¡Sólo existe una respuesta para todas estas preguntas: Jesucristo resucitó!”.

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