[Luis Antezana]

La Illa aymara, el punchao incaico y el fetichismo actual


El descubrimiento del amuleto indígena llamado “Illa” en un museo particular de la República de Suiza y su repatriación a Bolivia son objeto de críticas y elogios sin que arqueólogos, autoridades de gobierno, especialistas en museos, etc. se pongan de acuerdo para hacer conocer en qué consiste ese novedoso adminículo o fetiche que se trata de incorporar a la cultura del país.

En primer lugar esa “illa” sería en cierta forma el “punchao” incaico, ídolo que en el Cusco y a lo largo y ancho de todo el Imperio de los incas, era objeto de las más grandes reverencias y tenía, por tanto, valor sagrado y de ninguna manera sólo para socializarlo como ahora pretenden -en una verdadera profanación- algunos medios folcloristas sacrílegos e inspirados en sensaciones elementales y al margen de la menor consideración de antecedentes históricos.

El punchao incaico era una figurilla muy parecida y hasta igual que la actual illa aymara que se exhibe en medios oficiales de La Paz. Fue la huaca personal del linaje de los incas, ídolo inapreciable por su trascendental valor sagrado. El punchao era una estatua de oro que hacía estremecer por su figura, su encendido oro rojo, su mirada cósmica y por representar a seres míticos que desde tiempos remotos heredaron los conductores de pueblos quechuas que alcanzaron supremo esplendor. Era, además, el dios de los halcones, pumas y serpientes, que mantenía su firmeza y las energías de reinos sucesivos.

El punchao era llevado en alto a la cabeza de los ejércitos del Inca para asistir a las grandes batallas y garantizar las victorias y enseguida conservado en los más importantes templos de Cuzco, guardado entre dos pumas mostrando agudos colmillos, ídolos felinos de la más antigua estirpe mitológica andina. Punchao significaba “la primera luz del día”, “el Sol de la aurora”, “el Sol de los soles”. En el pecho del ídolo se encontraba una pequeña cámara que contenía el polvo de los corazones incinerados de los antiguos incas, lo cual le daba un valor idolátrico aún mayor.

Ante la caída del Imperio inca, el punchao quedó en manos de Manco Inca (1537), quien lo secuestró a Vilcabamba donde fue adorado 40 años, hasta que el Inca declaró la guerra a los españoles del Cusco, guerra que fue ganada por éstos y que además se apoderaron del punchao, una vez que fue apresado Túpac Amaru Inca, el último soberano inca, ajusticiado con posterioridad por Toledo (1572).

El virrey Toledo en 1573, al observar que el punchao era objeto de indudable idolatría por los quechuas, mandó al alférez Sarmiento de Gamboa que lo haga desaparecer con máximo secreto, lo que hizo en una región diferente a la quechua, la doctrina de Coporaque, en una casa de piedra techada de paja, al lado del templo de Santiago Apóstol, a cinco pies bajo tierra. Años después el punchao incaico fue llevado a Cusco y depositado en la iglesia de la Compañía y enterrado a 20 pies de profundidad, sin que se sepa hoy dónde se encuentra, pero que es símbolo de esperanza de días mejores.

Al parecer la tradición incaica de culto al punchao se origina en usos y costumbres del tiempo de la comunidad primitiva. No era símbolo de prosperidad ni riqueza, sino de culto religioso y a la vez protector del Estado incaico. Era el medio para mantener el valor y la valentía de los ejércitos incas en sus guerras de conquista. No era, como se cree ahora de la illa aymara, factor de riqueza y que produjo la prosperidad de Suiza, y que al ser trasladada a Bolivia traerá una era de progreso que superará a la de dicho país europeo.

El punchao o illa, según los sociólogos modernos, sería sólo un fetiche producto de la actitud económica o religiosa de organismos sociales y resultado de ideas concordantes que atribuyen a las cosas, tomadas en sí mismas, cualidades sociales, mágicas y como efecto de ellas con facultades sobrenaturales. Es más, sería una ilusión de las conciencias individuales producidas por el engaño y causas similares, propiedades milagrosas capaces de influir conscientemente en la vida y engendrada por el nivel de cultura extraordinariamente bajo del hombre primitivo.

Al respecto se considera que la exhibición de illa aymara, para confundirla con el ekeko y exhibirla en Alasita (expresión de la pequeña economía de subsistencia y del trueque) sería una profanación, una manifestación de fetichismo, vale decir se trataría de un culto al dinero, en dar al capital el poder de crecer y autoincrementarse al margen del trabajo, en sumisión fanática ante los símbolos del poder y ante las instituciones políticas, aspectos superados por las relaciones humanas racionales.

TITULARES

 
Revistas

Usurpado el 7 de octubre de 1970, por defender
la libertad y la justicia.
Reinició sus ediciones el primero de septiembre de 1971.

EL DIARIO
Decano de la Prensa Nacional
Miembro de la Sociedad Interamericana de Prensa y la Asociación Nacional de Prensa.

Dirección:

Antonio Carrasco Guzmán
Presidente del Consejo de Administración

Jorge Carrasco Guzmán
Gerente General

Rodrigo Ticona Espinoza
Jefe de Redacción

"La prensa hace luz en las tinieblas
y todo cuanto existe de progreso en el mundo
se debe a su inagotable labor"...

JOSÉ CARRASCO


Publicidad
Portada de HOY

JPG (810 Kb)      |       PDF (424 Kb)



Caricatura


Sociales

HAPPY VALENTINES DE ABIA

John Morris, Peter Cartwright, Rossie Arraya, Ana María Rocha, la señora Miranda, Martha Rountree, Magaly Javornik, Violette Brichtman y Glagys Morris.