Todos somos iguales ante la ley

Hace tiempo se lee en diferentes lugares públicos del país un cartel: “Todos somos iguales ante la ley”, principio jurídico vigente en muchas de las constituciones que nos han regido, y que hoy se remacha, especialmente para combatir el racismo y la discriminación; lo cual es bueno, pues, evidentemente, todos nacemos iguales en dignidad y derechos. Pero las acciones de algunas autoridades del Estado parecen ignorarlo. Igualdad es colocar en el mismo nivel a todos los ciudadanos, sin considerar que hay personas con mayores o menores derechos que otros, lo cual es discriminación o, peor, racismo. Esto viene a cuento en relación con los actos que se han realizado por parte de los miembros del TSE en relación con las elecciones de gobernadores y alcaldes.

¿Qué significa elegir en una contienda electoral? Respondemos, que una persona escoge a otra, para que, por las cualidades, ideología, idoneidad u otras características que el elector considera en su fuero interno, debe representarlo como autoridad en su región; y nadie tiene el derecho o puede atreverse a cambiar la voluntad de a quién elige, puesto que la elección es personal, libre e intransferible, como dicen las leyes de nuestro país, y el mismo sentido común. Eso por una parte. Por otra, si alguna norma discutible dice que días antes del plebiscito se puede anular a un candidato, por dar a conocer públicamente los resultados de alguna encuesta, este principio debe ser universal, para todos en las mismas circunstancias; sin embargo, las autoridades electorales, valiéndose de argucias, no han procedido de la misma manera para los candidatos de la oposición y los del oficialismo, puesto que han anulado a un candidato, mientras a otro le han permitido seguir en su campaña electoral.

¿Para qué hay autoridades en un país? Para garantizar el orden constitucional, que significa impedir que haya desorden, anarquía y malestar social; para que los ciudadanos estén protegidos con la fuerza del Estado que cumple y hace cumplir las leyes, estableciendo el orden y equilibrio que debe existir en el mundo humano, como existe en el universo, donde unas fuerzas físicas o de otra naturaleza producen contrapesos que equilibran a otras, y de esta manera, el orden y la armonía le permitan funcionar adecuadamente, cumpliendo el rol que tiene: producir, contener y garantizar la vida.

¿Qué deberes tienen las autoridades? En primer lugar, estar conciencialmente de acuerdo con las leyes en vigencia para así respetarlas, cumplirlas y hacerlas cumplir; en segundo lugar, estar libres de preconceptos, de compromisos que les hayan obligado a seguir instrucciones de terceros, porque su compromiso es el hombre concreto de este tiempo y este lugar, es decir, con el país, y no con un partido; teniendo en cuenta que es un servidor público, un funcionario pagado por el Estado, el cual administra el dinero y los bienes de todos los habitantes de una nación.

Las instituciones pierden autoridad, dejan de cumplir el rol asignado por la sociedad cuando se valen del instrumento que tienen en sus manos: la organización en la cual se mueven, no para cumplir las leyes, sino para manosearlas; no para servir al país, sino para servirse de esa institución y ponerla en manos de intereses subalternos, ya sean personales, de grupo o de otra índole. En ese momento, el esplendoroso principio jurídico: Todos somos iguales ante la ley, pierde su luminosidad, se empaña, se convierte en un mero slogan circunstancial que a nadie engaña, porque es incapaz de señalar caminos de vida.

En Chuquisaca ha pasado algo extraño: se anula los votos de los ciudadanos porque así lo ha decido el TDE, apoyado, dizque, en la renuncia del candidato de una sigla; pero los ciudadanos han votado por una opción ideológica, que, para el TDE no vale, porque sí. No se ha permitido la discusión en ningún nivel, recurriendo incluso al juego infantil de “aquí hay huevitos”, y cuando el jugador llega a donde hay esa mercancía, se le dice lo mismo.

Me viene a la memoria el dicho del filósofo de la antigua Grecia, Anacarsis: Los hombres sabios discuten los problemas, los analizan; los necios los deciden de una vez, sin sopesar la justicia o injusticia de algo. Si seguimos por ese camino corremos el riesgo de ver pasivamente cómo se comete un democraticidio, muy perjudicial para todos. Finalmente: ¿Todos somos realmente iguales ante la ley?