Graves deficiencias a bordo de minibuses

Sin referirnos a recomendaciones técnicas de rutas, tiempos, paradas y profesionalidad de los conductores, tarea que dejamos a los expertos y sin tampoco profundizar en el “trameaje” ni respecto del reajuste de la tarifas de minibuses y carrys, medidas que a la postre resultaron inadecuadas, incidimos en las condiciones y características que debe ofrecer este servicio para dar mínima comodidad y seguridad a los usuarios. Como se conoce, este capítulo también formaba parte de los acuerdos suscritos entre la Alcaldía Municipal y los transportistas, bajo el título genérico de “mejoramiento”.

En principio lamentamos que en más de 30 o 40 años de este tipo de transporte las autoridades municipales no hubieren tenido capacidad de impartir normas basadas en la anatomía humana para acondicionar más o menos aceptablemente el interior de estos vehículos, los que de origen no son diseñados para transporte de pasajeros.

La normativa correspondiente debía contemplar la dotación de extinguidores, botiquines y basureros -tardíamente exigidos e incumplidos por una mayoría- y dar medidas, entre otras, de separación de las filas de asientos, así como el número de filas según el tamaño de las carrocerías. Asimismo, normar la funcionalidad de los asientos plegables de los pasillos, a fin de que no lastimen pies y brazos de los pasajeros vecinos, como ocurre. Llama la atención que en décadas de la introducción de minibuses los artesanos dedicados a este rubro no hubieran mejorado sus obras hechizas, ya que nuestro subdesarrollo obvia una verdadera industria en esta materia.

Dado el peligro e inseguridad del público al abordar o descender de este transporte, es hora de que se disponga la obligatoriedad de puertas automáticas de apertura y cierre; no es exagerado anotar que en la ciudad tan solo un minibús tiene dicha comodidad, pero no se trata de algo imposible de ser generalizado. La carencia de soportes o agarradores junto a las puertas para facilitar el ingreso y salida es otra notoria falta en perjuicio, especialmente, de la tercera edad, cuanto de personas con alguna discapacidad.

Por ahora, nos privamos de incidir a fondo en la ola de asaltos, violaciones y crímenes cometidos en radiotaxis, taxis y demás medios de transporte. En esta mitad de año se han registrado por lo menos 20 casos de crímenes de esta tipificación. Conocidas flotas de radiotaxis -por lo menos 4 o 5- presentan la mayor peligrosidad criminal, sin embargo, la Alcaldía no ha sancionado y menos retirado la autorización de circulación de las mismas que, rampantes, continúan en servicio y por tanto con peligro latente de los usuarios. La Alcaldía y el Gobierno Central anuncian con frecuencia la toma de registros de empresas y de conductores del servicio. Se trata de simples promesas, tan solo mediáticas como incumplidas.

Así, al abordar estos vehículos nadie sabe si llegará sano y salvo a su destino o si ha entrado a la “boca del lobo”. Tanta inseguridad aplaza con la nota más baja a las autoridades locales y nacionales.