[Jorge Espinoza]

José Avelino Aramayo


La dinastía minera de los Aramayo empezó con José Avelino Aramayo Ovalle que nació en Moraya, una aldea de Chichas, en 1809 y murió en París en 1882. Siguió con Félix Avelino Aramayo Vega y concluyó con Carlos Víctor Aramayo Zeballos. Se casó con la argentina Coloma Vega, hija del Gral. Nicolás Vega. José Avelino fue figura prominente de la minería argentífera en el Siglo XIX. De origen humilde, empezó de ayudante de arrieros que comercializaban desde Tucumán (Argentina), hasta Cusco (Perú); luego, fue empleado del minero y comerciante tupiceño Manuel de Jáuregui, con quien adquirió mucha experiencia. Como viajero que fue, recorrió a lomo de caballo la provincia Litoral y llegó al convencimiento de que los yacimientos de Lípez, Portugalete, Chocaya, Ubina, Huanchaca, Porco, Potosí, Aullagas, Antequera, Poopó, Oruro, Carangas y Salinas, podrían transformarse en el futuro en empresas mineras, así como los depósitos auríferos de Tipuani. Trabajó en la Mina Gallofa y conocía la mina Colquechaca.

En 1849 fundó la empresa mercantil “Aramayo Hermanos”, que rescataba minerales y exportaba quinina. Por su oposición al Gobierno en materia minera y su antimilitarismo, fue exiliado por Belzu a Chile en 1848 y posteriormente por Melgarejo a la Argentina. En 1850 compró la mina Carguaicollo y en 1853 estableció la “Sociedad Antequera” con dicha mina y el ingenio de Sevaruyo. Tanto la mina como el ingenio se constituyeron en pioneros de la mecanización y la transferencia tecnológica europea. En la mina introdujo en el país los “maderocarriles” o rieles de madera recubiertas por planchas de hierro, sobre los que se desplazaban los carros mineros, más productivos que las carretillas. En el ingenio instaló nuevas máquinas para la molienda, introdujo el sistema de toneles para amalgamar y construyó hornos de doble bóveda, para lo que tuvo que contratar expertos extranjeros, entre ellos los metalurgistas alemanes Carlos y Ernesto Francke, que difundieron las técnicas de amalgamación y fundición. Otro experto contratado fue Guillermo Bruckner inventor del horno que lleva su nombre y que más tarde se hizo famoso en México y Estados Unidos. Con los Francke fundó la sociedad “Aramayo, Francke & Co. Ltd.” registrada en Londres en 1906; los Francke tenían la sexta parte de las acciones.

En el Siglo XIX el cerro de Potosí era una mina marginal con plata de baja ley, muchos sulfuros y estaño que no podía ser explotado por su bajo precio. En 1858 organizó la “Compañía del Real Socavón” para explotar sus parajes. Para capitalizarse emitió acciones en el mercado local, asociándose con los ex presidentes Tomás Frías y Narciso Campero y otros accionistas menores. Instaló el ingenio Quintanilla con tecnología no conocida hasta entonces en el país y llevó a sus expertos contratados para Carguaicollo. Pese a todos estos esfuerzos, el emprendimiento resultó un fracaso por la muy baja ley de la plata, lo que dio lugar a pleitos con los socios. Más tarde se dedicó a explotar personalmente plata en el cerro Chorolque, que posteriormente resultó un excelente yacimiento de estaño, explotado por Carlos Víctor Aramayo, Comibol y actualmente por cooperativas.

La construcción de un socavón desde casi la base del cerro se inició en la colonia, pero fue abandonada. Fue retomada por José Avelino en 1875, que desarrolló el Real Socavón de Potosí, utilizando por primera vez en el país máquinas perforadoras. Cortó varias vetas y tuvo cierto auge económico con su explotación. En 1886 esas pertenencias fueron adquiridas por la “Compañía Inglesa del Real Socavón”.

Otra sociedad que trabajó casi simultáneamente con la anterior fue la organizada con los industriales mineros Gregorio Pacheco y Carlos Yáñez en las famosas minas de Portugalete. Trabajó la mina Pulacayo, abandonada por la presencia de aguas termales; primero obtuvo modestas utilidades y luego la constante elevación de los costos de producción le obligó a abandonarla. La “Compañía Huanchaca de Bolivia”, organizada en 1875 por Aniceto Arce con accionistas bolivianos y chilenos, mecanizó la mina e incrementó fuertemente su producción de plata, que significó el 50% de la del país. En 1894 pagó dividendos superiores a 400.000 libras esterlinas, más que el presupuesto nacional.

En 1863 Aramayo publicó un proyecto (en el que trabajaron Hugo Reck y otros profesionales extranjeros) sobre una nueva vía de comunicación, que consistía en hacer navegable el río Desaguadero para el transporte de minerales, canalizándolo desde el lago Titicaca hasta Pampa Aullagas.

Acosado por los pleitos iniciados por sus acreedores a quienes debía cerca de medio millón de pesos, la empresa “Aramayo Hermanos” se declaró en quiebra. Como puede apreciarse, José Avelino fue un empresario emprendedor, innovador, visionario, temerario y soñador aunque poco pragmático, que luchó hasta el último de sus días, pero murió con más deudas que fortuna.

Intervino en política, siendo diputado constituyente en 1857 y 1871 y agente financiero en Londres del gobierno del Gral. Adolfo Ballivián. En la plaza Independencia de Tupiza existe una estatua en su honor, inaugurada en 1909 por su hijo Félix Avelino.

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